mayo 10, 2011

Eres Imposible Primera Parte

CAPITULO DIEZ

Basta; Explosión; Búsqueda        
Llegué a la sala y Natalie había llegado antes que yo. Muy conveniente.
Corrí hacia mi banco, dejé mi mochila, miré a la Nata con deseos de saludarla primero, pero no pude contenerme, y le pegué una bofetada.
-          ¿Qué te sucede imbécil?
-          ¿Que qué me sucede dices? ¡Descarada!
-          ¿Por qué descarada, que hice?
-          Sabes lo que hiciste.
-          ¿De qué hablas?
-          ¿Qué tratas de hacer?
-          ¡Ya dime de una vez por todas que mierda hice!
-          ¿Por qué te metiste con Yoel?
-          ¿Cómo supiste?
-          Yoel terminó con Lou, antes de ir a tus brazos.
-          ¿Cómo te enteraste?
-          Lou habló conmigo el sábado.
-          Ah.
-          ¿Eso era lo que querías?
-          ¿Qué cosa?
-          Conseguiste que Yoel te pescara, ¿Cómo es que lo logras sin sentir pena?
-          Pues…
-          No digas nada mejor, no tienes excusas, ya lo hiciste y…
-          Conseguí lo que quería, ¿te molesta?
-          ¡Natalie! ¿Es que no entiendes? Yoel jamás te querrá como pareja, porque a él le gustan los hombres.
-          No me importa, además, ¿no quería una novia falsa?
-          ¿Cómo puedes dejar que jueguen con tus sentimientos?
-          Amy…es que yo lo amo.
Ahí fue que me di cuenta que Natalie estaba cometiendo la misma clase de estupidez que yo. No pude seguir rebatiéndole las palabras.
La miré con esos ojos de mente en blanco. Me senté en mi banco y me acomodé sobre mi bolso.
Natalie me dejó una barra de chocolate encima de mi mesa. Nos miramos y le sonreí.
Ahora estoy convencida de que todos hacemos alguna tontería en nuestras vidas, o todos los días se hace una distinta.
Será mejor que hable con Yoel, no sacaré nada en seguir insistiendo con la Nata.
Tuve clases de matemáticas y llegó el sueño a mi organismo. Fórmulas, números, figuras, no van conmigo. La ciencia y la comida son para mí.
Aún no tengo muy definido lo que estudiaré, y eso que es mi último año. ¡Último año!
Tocaron la campara y enseguida salí en busca de mi hermano.
Fui a su sala, pero no estaba ni él ni su mochila. En la mañana me había ido sola, se estaba demorando mucho, y no quería llegar tarde. No quería preguntarle a Lou, y es lógico el porqué.
Lo llamé a su celular. Pero no me contestó. Luego llamé a mi mamá. Me enteré de que no había ido a la escuela, pero como mi mamá está en el trabajo, tampoco sabe si está en la casa.
Lo llamé nuevamente, y milagrosamente me contestó.
-          Yoel.
-          Hola Amy, ¿Cómo va la escuela?
-          Podrías saberlo si estuvieras aquí…necesito conversar contigo.
-          ¿Para qué?
-          Ya lo sabrás.
-          ¿Dónde quieres juntarte?
-          Antes de eso, ¿Dónde estás?
-          Por ahí.
-          ¿Estás en ese bar?
-          Puede ser.
-          ¿Por qué no me quieres decir nada?
-          No es eso.
-          Juntémonos en la heladería “Sensaciones”
-          Dale, excelente lugar.
-          Bien, nos vemos.
Corté el teléfono y coloqué mi cabeza sobre unos casilleros cercanos. Me sentía muy mal. Todo lo que he retenido y soportado hasta ahora, quería estallar. Necesitaba alguien que estuviera a mi lado. Pero nadie venía. Coke no había venido, ni siquiera me avisó que no venía hoy, la Nata debe de estar restaurando libros en la biblioteca, y Lou, debe de estar ahogando sus penas en un vaso lleno al igual que yo. Me siento sola.
Expulsaba lágrimas en silencio, sin que nadie me viera. Me pregunto si será mejor ir al Consejero.
Fui a abrir el Consejero y me senté esperando que apareciera un cliente. Me sequé mis lágrimas.
Entró un cliente a mis aposentos, pero no podía distinguir quién era porque llevaba una máscara puesta, lo que me extrañó muchísimo, ¿Por qué lleva una máscara puesta? Qué rayos…
-          ¿Puedo ayudarte en algo?
-          No, pero creo que tú necesitas un consejo.-mientras se sacaba la máscara y dejó ver su identidad
Era Tiago.
-          ¿Cómo sabes?
-          Tus ojos no me engañan.-no pude soportarlo, me levanté de la silla y fui a sus brazos. Y era curioso, porque su forma de abrazar y su calor era similar al de mi papá. Me relajé al instante.
Me separé de Tiago.
-          Gracias por darme tu apoyo.
-          De nada princesa.-me besó en la frente
Me sorprendió el hecho que no me besara en los labios, sino que en la frente. ¿Qué le habrá pasado? ¿Un cambio de mentalidad? ¿Se volvió caballero? Bueno, es mejor así.
Tiago se fue y cerré el Consejero al toque de campana. Hubo solo un cliente.
Me topé con el Coke camino a la sala.
-          ¡Apareciste ingrato! ¿No avisas tu ausencia?
-          Tuve que ir al doctor en la mañana.
-          ¿Qué te pasó?
-          Estoy enfermo de amor.
-          Ah que chistoso.
-          Era una broma, sólo me quedé dormido.
-          Haces que me preocupe por nada, y porsiacaso eso no es amor, es calentura.
-          Bueno, filo.
-          ¿Cómo van las clases de francés?
-           Increíbles, aunque me cuesta la pronunciación. ¿Has practicado para una nueva presentación en el bar jazz?
-          ¿Cuándo tocamos nuevamente?
-          El segundo viernes de octubre.
-          Queda poco.
-          ¿Has encontrado a alguien que toque el piano?
-          No.
-          Yo tampoco.
Entramos a la sala y nos sentamos en nuestros bancos.
-          ¿Qué tocaremos?
-          El administrador quiero que sea algo impactante para atraer a un público más joven.
-          Entonces llevemos fuegos artificiales.
-          Jajá, ¿y si tocamos algo de Simply Red?
-          ¡Sí! Encantada interpreto la melodía de mi banda favorita, como no se me ocurrió eso.
-          Toquemos…
-          “I´ll keep holding on”.
-          ¿Pero esa no lleva piano?
-          Tratemos de conseguirnos alguien que lo toque.
-          ¿Quieres una aventura?
-          Claro príncipe.
-          Muy bien.
La Natalie venía entrando a la sala y se sienta en su puesto, que es detrás de mí y me pregunta
-          ¿Por qué tienes una hoja de papel pegado en tu espalda que dice “Propiedad de Tiago Lenin”?
-          ¡Cómo!-me saqué el papel y me reí
Mientras lo seguía viendo con risa, Coke lo miraba con odio.
En el segundo recreo fui a buscar a Tiago para pedirle una explicación. Le pregunté a un compañero suyo dónde encontrarlo y me dirigió a la sala de música.
Antes de llegar a la puerta del cuarto, escuché una dulce melodía de piano. ¿Será Tiago? Pensé. Estaba tocando una de Mozart, ¿y si es Tiago? ¡Oh Dios!
Entré y Tiago era el que estaba tocando el piano. ¡Imposible! El pianista que buscaba estaba bajo mis narices.
-          ¿Tocas el piano?-miré la expresión de su rostro. Era de una serenidad y paz interior increíble. Me daba lata arruinarle esa tranquilidad.
Me senté a su lado y esperé a que terminara la melodía.
Se detuvo, pero sus manos seguían sobre el teclado y sus parpados permanecían cerrados.
-          ¿Tiago?
-          Cierra los ojos conmigo y oye el canto de las aves.
Hice lo que me dijo, pero intuía lo que quería hacer. La brisa que corría era cálida y suave. Sentí que se movió un poco, entonces cobré mi venganza. Entre abrí mis ojos, y como lo suponía, Tiago se estaba acercando para besarme. Me aparté de si lado y él resbaló de la banca y cayó al suelo.
-          Jajá, eso es por lo del cartel que pusiste en mi espalda.
-          Eres bastante astuta princesa.
-          Y tú bastante predecible.
Tocaron la campana para volver a clases.
-          ¡Rayos! Tiago necesito hablar contigo, es importante, nos vemos mañana. Búscame.
-          Como quiera princesa.
La clase de química pasó rápido y ya era la hora de salida.
Me despedí de la Nata y el Coke y me fui apurada a la heladería a encontrarme con mi hermano.


                                                                

                                                                  ISA SENSEI
                          

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