mayo 10, 2011

Eres Imposible Segunda Parte

CAPITULO DOS

Recuerdos; Cartas; Regreso
Era domingo en la mañana, el sol primaveral resplandecía como siempre. Recuerdo cuando Yoel iba a mi pieza a ponerse al sol conmigo.
La cama de mi abuela es tan cómoda que no dan ganas de levantarse. ¿Para qué levantarse? Me quiero quedar aquí acostada hasta que me aburra. Y sí, me aburro de no hacer nada.
Descansé los ojos otros diez minutos y me levanté a hacerme un café. Recordé la tarea del fin de semana. Tengo que inventar una nueva receta, y el tema es “Inesperado”. El profesor chef Wilson, siempre dice lo menos relacionado con comida para encomendarnos una tarea. Esa debe de ser la idea.
La tetera hirvió y me hice un simple café instantáneo. Pensé en hacer huevo revuelto con tostadas, pero la cocinera andaba perezosa. Sólo me serví cereal con leche. Recuerdo esa cafetería, tenía cosas deliciosas…
Seguía comiendo igual de bien que en la casa de mis padres. No por vivir sola me iba a descuidar, sobre todo en el ámbito de la comida. Como buena estudiante, una alimentación sana es primordial. Es el lema de la clase…
Eso sí, soy algo torpe en el tema de mi salud, los resfríos van y vienen. Tanto fue el caso, que estuve a punto de agarrar una pulmonía. Mi mamá hasta me preparó una caja de primeros auxilios. No es un botiquín, es una ¡caja! Llena de remedios, con una lista escrita a lápiz tinta en la contratapa nombrando cada medicamento y especificando para qué es cada uno. Sigue siendo la misma protectora.
Admito que extraño esos desayunos preparados con amor de mi madre, y esos saludos secos de mi padre, pretendiendo ver la televisión, mientras lee el periódico. Los extraño, sobre todo a mi hermano.
Pensarán que vivo en silencio. Pero están equivocados. Yo siempre les hablo. Toda mi vida he hablado con ellos, y no sé si entienden todas las estupideces que menciono y chucheo. Pero me hacen sentir escuchada…
Molly y Morfeo son mis oyentes permanentes y activos. Y no solo converso con mis convivientes cuadrúpedos, también pongo la música a todo volumen y explota mi bella voz. Salgo al parque a pasear a Morfeo, escuchando música mientras troto con él, o me extiendo en el pasto leyendo un libro de esos viejos que nadie los quiere. Me acuerdo de la Natalie, que siempre rescataba páginas de estos libros sucios, viejos y feos, y los pegaba con cinta adhesiva y les hacía una nueva portada y contratapa con cartón duro.
A veces el nombre de la obra no salía, ni era conocida por la bibliotecaria. Entonces la Nata, se daba la paja de leerlo y ahí inventarle un título. Increíble.
Molly es extremadamente dormilona y juguetona. Como es gata de departamento, no sale mucho al exterior, pero al tener un departamento tan extenso, le construí en los rincones y paredes un circuito con bastantes vueltas y juegos. Algunos llegan a la cocina hasta su plato de comida o agua, y otros a mi pieza o a su silla favorita. También le hice una puertecita para que entre y salga cuando quiera. El portero del edificio sabe muy bien que esa gata es mía y no se perderá.
Y bueno…en cuanto a mi vida después de todo, no me siento mal, pero a veces, desearía que ese chico volviera. Sigo enamorada de él, pero nuevamente en secreto. Y es como si no lo estuviera.
En la Facultad no me relaciono mucho con los chicos, ni con las chicas tampoco. Algunos me preguntan porque nunca sonrío. Pero, no es que no sonría, yo soy feliz, solo que a mi manera. Y mis compañeros piensan que estoy siempre triste y enojada porque no estoy sonriendo y riéndome como idiota. Yo me rio muchísimo, pero algunas cosas hay que tomarlas enserio. Además, ellos no recuerdan que varias veces soy yo la que inicia las bromas o revueltas. Como la lucha de harina en la clase de repostería. Por eso todos me tienen etiquetada de la bromista interna en la clase.
A mi me da igual.
Me acosté en el suelo esperando la nada con Molly y Morfeo. Tenía que armar la cama… ¿Qué almorzaré? Cosas que pensaba mientras hacía nada. Pero estaba tirada en el suelo y agarrando el calor del sol, eso es hacer algo. Tengo que pensar en qué receta haré…que complicado.
Me levanté del suelo y de inmediato Molly me pidió comida. Me hice otro café después de darle de comer a Molly y Morfeo. Y nuevamente recordé esa cafetería…
Sigo tocando el saxofón, pero ya no practico tanto como antes. Ya no toco en el bar jazz con el Coke. Pero de vez en cuando lo tomo y toco algunas melodías pasadas. Igual me he aventurado y he comprado algunos libros con partituras de canciones para saxofón. Es hermoso revivir esos momentos. Sigue apasionándome y moviéndome el sonido del saxo.
Pasó una hora como si nada. Me duché y me vestí. Como hacía calor, me puse un simple vestido. Me senté un rato en el balcón a pensar en mi receta “inesperada”. Comencé a revisar mis antiguos diarios de vida para ver algunos hechos inesperados que pudiera recrear en comida. Pero nada. Veía pasar gente y niños jugando, pero eso no es inesperado. ¿Quién es impredecible? Indagué en mis recuerdos más profundos. Y salieron a flote nombres como Tiago…ese si era algo inesperado, pero no es para una receta.
Decidí salir a dar un paseo en bicicleta. Pero antes de eso, fui a dejar mis antiguos diarios. Entre eso, unos papeles se cayeron del guarda cosas de uno. Los recogí y observé por un largo tiempo. Uno era un sobre, lo abrí y era el aviso de que había ganado el concurso de ensayos. Con el premio que recibí en dinero, abrí una cuenta de ahorro y con eso sustento la gran mayoría de mis gastos, que no son muchos. Estoy guardando el dinero para viajar. No sé aún donde, pero lo haré.
Los otros papeles que se cayeron, era algo que no tenía idea que los poseía. Eran dos cartas…una de Lou, y otra de mi hermano.
¿De dónde apareció esto? ¿Acaso no veo todo el correo que me llega? Me sorprendo de mi misma cada día más. Pero si fuera una carta que no hubiera leído, ¿Por qué razón está meticulosamente introducida en mi agenda del año pasado? ¿Será que no recuerdo haberla leído?
Sin más preámbulos abrí primero una al azar. Estaba bien sellada.
Al leer las primeras líneas, caí en el suelo sorprendida. No podía creer lo que estaba leyendo.
Era la carta de Lou, escrita después de la fecha en la dejamos de vernos las caras.

“Te preguntarás porqué llegó mi carta a tu agenda…le pedí a Yoel que la escondiera ahí, junto a la suya, haber si algún día la llegarías a leer.
Esta carta la escribí para decirte todas las cosas que no te dije cuando solo se me ocurrió huir y dejarte ahí botada. Porque me imagino que no sabías devolverte por tu cuenta.
Las cosas que tengo guardadas no podían quedar sin ser dichas, y por como están las cosas, no hallé mejor forma que decírtelas desde mi puño y letra. Como sé que te gusta que te escriban cartas…bueno.
Amanda, no te guardo ningún rencor, tampoco te odio, pero no puedo ignorar lo mucho que me has hecho sufrir. Hasta el día de hoy, sigo pensando el daño que le hice a Yoel, lo que ha provocado un resentimiento y odio hacia ti. Porque Yoel, sigue en contacto conmigo, pero nos distanciamos por razones obvias, y bueno, tu hermano te detesta, por lo que le hiciste. Y no está bien, se ha vuelto cada vez peor la situación, y sabes que no puedo ayudarlo como tú a él. Tú tienes esa fortaleza que yo no tengo. Soy débil, y parece que Yoel, también es muy frágil. Tienes que tratar de salvarlo.
Amanda, yo quisiera verte de nuevo. Pero como dije antes, aún es muy pronto. Tengo que olvidar primero algunas cosas.
Me enteré hace poco que tendrás nuevo hogar, ese departamento de tu abuela. Y Yoel me dio la dirección. Pero no creo que vaya a verte aún. Y no sé cuándo lo haré. Tal vez, nunca.
Te sigo queriendo demasiado, pero de que me heriste, lo hiciste, y con la mejor de tus armas.
Espero nos volvamos a ver.
Lou.”
¿Por qué tenían que volver esos recuerdos ya marchitados a mi cabeza? ¿Otra vez la misma tortura?
 No podía ignorar el hecho de que faltaba otra carta, una que era tal vez la respuesta de ese mensaje que le dejé en su cuaderno. Tuve que abrir la carta de Yoel.
“Hola Amanda, que bueno que por fin encontraste estas cartas. Las dejé en tu diario un día antes que te fueras al departamento de nuestra abuela. Sobre lo que me dejaste escrito en mi cuaderno ese día, lo leí cuando estaba borracho, así que no recuerdo mucho lo que decía, pero me imagino lo que era. Aún te guardo resentimientos por lo que me hiciste, no logro olvidar ese día en que tu gran mentira fue descubierta. Puedo decir que a veces te llego a odiar. No puedo negar nuestra hermandad, ni menos ignorar el hecho de que eres mi hermano.
El día en que nos volvamos a ver, será cuando te haya perdonado. O tal vez no, pero decidiré dar la cara.
No me esperes, porque no sé cuánto me demoraré en olvidar. O quizás no olvidaré nunca, pero sí pueda perdonarte.
Nos vemos algún día.
Yoel.”
 
Solté la carta y la dejé caer al suelo. Al recordar todo lo que hice me puse a llorar hasta que no pude más. Fui a guardar lo que había sacado, dejé las cartas encima de mi escritorio. Fui al balcón a sacar mi bicicleta. Se me ocurrió llevar a Morfeo a correr algunas cuadras. Entonces fui a buscar su correa. Mientras se la colocaba, Morfeo miraba constantemente la puerta, y yo no entendía por qué. ¿Será que hay algún espíritu? Me acordaba de la Natalie y sus cosas paranormales…jajá.
En cuanto terminé de abrocharle el arnés a Morfeo, suena el timbre.
Me exalté porque pensaba que el espíritu que veía mi perro había hecho que sonara. Pero, entonces fue cuando me levanté cuando tocaron nuevamente el timbre.
Seguramente será mi vecino Waldo, que viene siempre a pedirme sal.
Antes de abrir la puerta, vi por el orificio, pero nunca se distingue cien por ciento lo que hay afuera por esas cosas. Distinguí a una persona francamente ajena a mis recuerdos, pero me era familiar. Tenía el cabello rubio, y se notaba que era natural. No pude verle bien la cara porque estaba agachado. Fue cuando hacía el intento de distinguir más y toca nuevamente el timbre. Y creo que ya era hora de abrirle al sujeto, ya que mi vecino Waldo, no era.
Abrí la puerta, el sujeto levantó la mirada, lo quedé observando con signo de pregunta ¿quién será? Y pasaron dos segundos cuando dejé caer las llaves de mi departamento de lo impresionada y...me tomó por sorpresa.
En la puerta de mi hogar, era un chico como de mi estatura, con pelo rubio, ojos de un color verde intenso, polera negra, jeans claros y zapatillas rojas. A su alrededor, tenía tres maletas, una chica, una grande y otra mediana, sumado un bolso que colgaba de su hombro.
Esa mirada…esa forma de pararse…no cabía duda…era Lou.
-          Hola Amanda.-dijo
No podía hablarle, tenía la voz temblorosa. Tenía los ojos aterrorizados, como si estuviera viendo a un espectro o un ente de alguien muerto. Y tal vez, Lou estaba muerto para mí desde hace meses.
Tenía miedo. Retrocedí unos pasos tímidos. Y traté de articular algunos monosílabos.
-          Tú…-dije sin completar la frase, tampoco sabía si era una
-          Hola Amanda.-repitió otra vez
Creo que fue primera y única vez que me he desmayado. El taller de Nutrición que he estado haciendo las últimas semanas me ha ayudado a comprender muchas cosas, como enfermedad y hasta desmayos. Y ocurren muchas veces por desordenes alimenticios, o por debilidad, y hasta impresión o un shock muy fuerte. Como fue el caso mío.
Al recobrar la conciencia, me encontraba recostada en mi cama. Me levanté y me quedé parada pensando que todo era un sueño, o pesadilla. Pero sentí un olor a café y pan tostado que provenía de la cocina...ahí asimilé y dije en mi consciencia, “Lou ha vuelto”…




ISA SENSEI





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