mayo 09, 2011

Eres Imposible Primera Parte

CAPITULO OCHO

Maricón; Volver; Mi primera vez
Durante el resto de la semana, Natalie no vino a la escuela. Llamamos constantemente a su casa para ver si había evolucionado su estado. Su madre nos contó de que ya había comido algo, pero obligada. Ya estaba recuperando energías, pero tenía que guardar reposo.
Mientras tanto, yo tenía una conversación pendiente con el Coke, pero, no quería tocar tema.
-          ¿Cuándo volveremos a tocar en el bar jazz?
-          Cuando nos llamen…
-          Ah.
-          Amy…
-          ¿Sí?
-          No nada…
-          Coke, dime.
-          Será mejor que no, sino me golpearás.
-          ¿Crees que solo sé golpear? También tengo sentimientos.
-          Entonces demuéstramelo.
-          ¿Cómo es que dices?
Caminábamos por el pasillo hacia la sala, y vi a mi hermano apoyado en la puertecilla de mi casillero.
-          ¿Qué pasa Yoel?
-          ¿Has visto a Lou?
-          Am no, ¿Por qué?
-          No por nada.
-          ¿Por qué nadie me dice que sucede?
-          Avísame si lo ves.
-          Bueno.
¿Qué onda?...
-          Amanda, ¿Qué tengo de malo?
-          Sebastián, cállate, estoy en otra.
-          ¿Qué estás pensando ahora?
-          La cara de Yoel no me gustó para nada.
-          ¿Qué tenía?
-          Una expresión de…
-          ¿De qué?
-           De final…
-          Jajá ¿Final?
-          Sí.
-          Disculpa pero no te entiendo Amy.
-          Nada, olvídalo.
-          ¿Vas a sacar tu saxo?
-          Sí, ayer no practiqué en todo el día por estar estudiando Biología.
-          ¿Cómo va tu ensayo?
-          Ahí, botado.
-          ¿Cuánto llevas?
-          Como unas tres hojas.
-          Igual llevas harto.
-          Pero quiero más, le falta algo.
-          No te exijas mucho.
-          Yo puedo.
-          ¿Cómo te fue en el examen de Matemática?
-          Terrible, ¿y a ti?
-          Fatal, no sabía nada.
-          ¿No pudiste inventar nada?
-          No, la entregué casi en blanco.
-          ¿Sabes los contenidos de Biología?
-          Sí, tú sabes que me va bien en esa asignatura.
-          ¡Quién como tú!
Suena mi celular…
-          Oh espera un poco.
Era el celular de Ariel…
-          ¿Desde cuándo tienes dos celulares Amy?
-          Después te digo.- ¿Qué le diré al Coke después de esto? ¡Mierda!
Me alejé de Sebastián unos metros, despejé mi garganta para agraviar un poco mi voz y contesté el celular de Ariel.
-          ¿Aló?-dije
-          ¿Por qué te demoraste tanto en contestar?
-          Es que no encontraba mi celular.
-          ¿Estás preparado para mañana?
-          Totalmente.
-          ¿Dónde acordamos no?
-          Sí.
-          Nos vemos Ariel.
-          Bye Lou.
Al colgar me volteo y veo a Lou caminando por el pasillo con una sonrisa de oreja a oreja. Y entre eso, el Coke ya había entrado a la sala, entonces me acordé de que mi hermano lo estaba buscando. Entoné mi voz normal y volé hacia Lou.
-          Hola querido, Yoel te está buscando.
-          ¡Amy! Que sorpresa, pues me sorprende, porque yo lo estoy evitando.
-          Ah, ¿Por qué estás tan feliz?
-          ¿No puedo estar feliz por nada?
-          Jajá, claro que puedes.-estaba muy feliz por salir con mi versión masculina
-          ¿Cómo andas?
-          Más o menos, el Seba está un poco ilusionado conmigo.
-          ¿Le gustas al Sebastián?
-          Por lo que me dijo, sí.
-          ¿Y por qué no le das una oportunidad?
-          Es fácil decirlo, pero a mí no me interesa tenerlo como pololo, sino como amigo.
-          ¿Has tenido algún pololo durante tu vida?
-          No, no sé qué es eso.
-          ¿Y has besado a alguien?
-          Obvio.
-          ¿A quién?
-          ¿Para qué quieres saber?
-          Curiosidad.
-          Hm…
-          ¿Puedo contarte algo?
-          Claro Lou.
-          El viernes pasado, conocí a un chico en el bar.
-          ¿Estás engañando a Yoel?
-          ¿Eh? ¡Sabes mejor no te cuento nada!
-          ¡No Lou espera!
-          Después.
No debí haber preguntado eso, ya las cagué de nuevo.
Aún no tocaban la campana para entrar a clases, busqué al Coke si estaba en la sala, pero solo estaba su bolso en su puesto. Me pregunto donde habrá ido.
De manera que, sólo me quedaba esperar sentada en  mi banco que tocara la campana. Me acurruqué encima de mi bolso. De repente siento que alguien se me acerca, y pensé que era el Coke, entonces quise asustarlo.
-          ¡Bú!-levanté mi cabeza y mire fijo al individuo que me acercó demasiado la cara y puso sus labios como pez y me picoteó
-          ¡Tiago!-¿Por qué siempre se me presentan los menos queridos?
-          Hola preciosa, ¿intentabas asustarme?
-          Pensé que eras el Sebastián.
-          Pero no te enojes, te daré un abrazo para calmar las revoluciones.-mientras se me comenzaba a acercar, advertí la llegada del Coke e intuía una posible riña
-          ¡Tiago sale!-el Seba entró a la sala
-          ¡Amy!
-          ¡Sale Tiago!-le decía miles de veces
-          ¡Sale imbécil!-atacó Coke
-          ¡Apártate!-me saqué de encima al Tiago y me interpuse entre los dos
-          ¿Actuarán como dos pendejos?-pregunté
-          Amanda, ya te dije que no soportaras más acosos por parte de este psicópata.
-          ¿Psicópata dices? ¿Te crees que eres mucho para mí marica?
-          ¡Ya me cansaste!
-          ¡Alto!
-          Amanda déjame golpearlo.
-          Déjalo ir, no vale la pena molestarse por algo así.
-          ¡Pero te está molestando!
-          Marica.
-          ¡Ya basta Tiago deja de ser tú el maricón!
-          Veamos quién consigue primero a la doncella.
-          ¿Me estás retando marica?
-          Oigan, yo no soy un premio idiotas.
-          Me gusta tu propuesta.
-          ¡Oigan paren de una vez!
-          Te daré una semana.-dijo Coke.
Miré a los dos como se ponían de acuerdo en algo tan absurdo que me invadió una gran rabia. Les di una cachetada a los dos y quedaron perplejos.
-          Yo no soy premio de nadie, ándate de esta sala Tiago antes de que haga algo peor, y tú Sebastián, me has decepcionado, no puedo creer que me hayas aceptado esa apuesta, eres un maricón, más que Lou.
-          Amanda…-el Coke me miraba con una cara de pena, porque se notó lo enojada que estaba con él, además, sólo le digo Sebastián cuando estoy enojada con él
-          Adiós preciosa, nos vemos luego.
-          ¡Púdrete!-le grité
Tocaron la campana.
El resto del día jueves, el Coke y yo no nos hablamos, dejando en claro que ninguno quería nada con el otro. Nos fuimos de la escuela sin despedirnos ni vernos las caras.
Al llegar a mi casa, pensé en llamarlo, pero no lo hice. Me acosté en mi cama y me puse a llorar al tocar mi cara con la almohada. Es mucha presión, y más encima, estoy casi perdiendo a mis amigos. ¿O será que no pasa eso?
A la mañana siguiente, me alisté como todas las mañanas para ir a la escuela. Era un lindo día. Era viernes, y en la noche tenía mi primera cita. Claro, no de la manera que desearía.
Prendí mi celular y un mensaje de la Natalie me dio la bienvenida.
“Nos vemos en la sala”, era lo que decía. ¡Por fin vendría!
Lo único que quería era abrazarla, aparte de todos los problemas y peleas que tenemos, ella es mi mejor amiga desde hace tres años, al igual que el Coke, y es difícil no querer dejarlo ir, más si es por algo tan tonto como una discusión pasajera.
Me apure para llegar luego a la escuela para ver a la Nata.
Al llegar, dejé mi bolso en mi banco y salí de la sala yendo hacia la entrada de la escuela, y me senté en una banca. Esperé como unos veinte minutos para la llegada de mi amiga. Pero no pasaba nada, entonces decidí regresar a mi sala.
Me paré y alguien me agarró del hombro y me detuvo. Creía que era la Natalie, pero me equivoqué nuevamente.
-          Lárgate no quiero verte.
-          No puedes evitarme.
-          Sí puedo, y lo haré.
-          Pero no quiero que estés enojada conmigo.
-          Eres un acosador.
-          No puedo evitar no serlo contigo.
-          ¿Tengo cara de querer ser acosada?
-          No, tienes una cara hermosa.
-          Sale de mi vista Tiago.
-          ¿Seguirás enojada?
-          ¡Sale!
-          Bueno adiós.
-          Hasta nunca.
-          Sé que no me quieres, pero no me detendré hasta que me tomes en cuenta.
-          Ok, muere en el intento.
No me gustaba ser mala con el idiota este, pero me tenía cansada, en realidad, estaba cansada desde antes.
-          ¡Amy!
-          ¡Natalie!
-          ¡He revivido!
-          Te veo mucho mejor que antes, me alegra que te hayas puesto bien, ¿harás las terapias?
-          ¿Para qué?
-          ¡Natalie tienes que hacerlas!
-          ¿Ya retándome?
-          Sí estúpida, no vuelvas a decir eso, harás las terapias quieras o no.
-          Bueno, pero tendrás que llevarme.
-          No hay problema.
-          ¿Llegó el Coke?
-          No lo sé, no me interesa.
-          ¿Están peleados?
-          Sí, pero no es algo de los dos.
-          ¿Te dijo lo que sentía por ti?
-          ¿Sabías que le gustaba?
-          ¡Uf! Hace rato ya.
-          Ah, interesante esa información, oye.
-          Dime.
-          ¿Le contaste al Coke que me disfrazo de hombre para enamorar a Lou?
-          Eh…
-          Natalie…
-          Lo siento, pero no podía aguantar.
-          No sé si molestarme o dejarlo pasar, es típico de ti de que se te caiga el casete.
-          Tenía que contárselo, es nuestro amigo y debe de saber lo que hace si amiga.
-          Eres una hocicona Nata.
-          ¿Soy hocicona por decir la verdad?
-          Pues, le dijiste la verdad a alguien que tal vez no debía de saberla porque resulta, de que a él le gusto, ¿se te olvida eso?
-          Digamos que no pensé en eso.
-          Pues, pudiste haber herido los sentimientos del Seba, además, ¿le dijiste que esa idea fue tuya?
-          Tampoco le mencioné eso…
-          Estás haciendo puras cagadas, estás desinflando esto, ¿quieres que dejemos de ser amigos?
-          Tal vez me estoy vengando por haberme herido mis sentimientos primero.
-          Nata, ya te dije que sentía mucho no haberte contado que mi hermano era gay.
-          Pues, yo siento haberle contado al Coke que tú te disfrazas de gay.
-          ¿Estás jugando conmigo?
-          Puede ser.
-          Pues que lástima, porque yo te había comprado un regalo para que te sintieras mejor.
-          Quédatelo.
-          No, te queda mejor a ti.
-          Ya estoy almorzando.
-          Me alegro por ti.
-          ¿Me acompañarás a las terapias?
-          ¿Tomarás las terapias?
-          Tengo que hacerlo.
-          Parece que estuviera hablando con tu consciencia.
-          Puede ser, ¿lo harás?
-          Sí.
-          Gracias Amy.
-          Siempre te cumplo con todo, pero tú, con pocas cosas.
-          Soy lo mejor que tienes.
-          Eso creo.

Después de esa charla en el pasillo, entramos a la sala cuando tocaron la campana. Tuvimos clase de Matemáticas, luego de Filosofía y de Lenguaje, y por último, de Computación.
Olvidando un poco las cosas del día, hice una lista de lo que me pondría para la cita con Lou. Tenía que mejorar el disfraz, tiene que ser cada vez más real.

En la tarde, fui a casa de Piero y le conté todo el asunto y me brindó como siempre su ayuda, pero solo ayuda de vestimenta.
-          Entonces, ¿debo de ir con lentes oscuros?
-          Totalmente, te verás más misterioso.
-          Ya, los usaré, ¿Qué más?
-          Ponte unos pantalones negros, y la misma camisa.
-          Bueno, pero quiero saber mi aspecto estético.
-          ¿Quieres que te maquille?
-          Puede ser, no sería mala idea.
-          ¿No será mejor que te ajuste de alguna forma esa peluca?
-          Además de eso.
-          ¿No has pensado teñirte el pelo?
-          ¿Y cómo lo hago con mis papás?
-          Ah cierto, bueno te ajustare la peluca lo mejor posible.
-          Dale.
Después de mi preparación estresante, salí camino a encontrarme con Lou. Mientras caminaba hacia el paradero, recibí un mensaje de él. Me había cancelado la cita de hoy. Quedé perpleja  y lo llamé enseguida. Me colgó. Y entonces fue que supuse dónde encontrarlo.
Fui al bar del centro.
Al llegar, estaba el mismo guardia que el viernes pasado. No me reconoció con lentes, entonces tuve que sacármelos antes de poder pasar. Afuera no había señales del grupo de travestis. Menos mal.
Entré y vi en la barra si podría estar tomando algún trago. Pero nada. Pregunté al barman y me indicó que podría estar en el baño. Y ahí fue cuando me llevé una sorpresa.
-          ¿Lou, estás aquí?, Lou, soy el Ariel, ¿Por qué no me contestaste? Yo sé que estás aquí, vamos responde Lou.-mientras hablaba a voz alta, miraba por debajo de los baños
De manera que al llegar a la última caseta de baño, encontré a Lou. Estaba sentado en el inodoro con la cabeza cabizbaja tomándose el pelo con las manos, con los ojos irritados de tanto llorar.
-          ¿Lou? ¿Qué pasó?
-          ¡Ariel!-se lanzó a mis pies y siguió sollozando, apenas podía entender lo que decía
-          Lou contrólate, dime qué te pasa.
-          Yo…Yo…Yoel…
-          ¿Qué te hizo?
-          Me pidió un tiempo…
-          ¿Qué?
-          Y después de eso…lo vi besando a una chica conocida mía.
-          No sé qué decir Lou.- ¡que mierda! Estoy más que sorprendida, ¿quién será la que estaba besándose con mi hermano? ¡Lo voy a matar!
-          No digas nada, esto ya lo prevenía desde hace mucho, pero no actuaba, fui un idiota.
-          No Lou, no es tu culpa.
-          Yoel se aburría de mí, él siempre quería, pero yo siempre buscaba el tiempo indicado.
-          ¿Qué harás ahora con él?
-          ¡Nada!-seguía llorando
-          Por favor, no sigas, me das pena.
-          Con él no haré nada, porque el tiempo que me pidió, lo acepté, y estoy libre…
-          ¿Acaso antes estabas atado con él?
-          Sí, porque no podía hacer esto…-Lou se paró y me quedó mirando fijo
-          ¿Qué vas a hacer Lou?
-          Esto…-cerró la puerta de la caseta del baño y me acorraló en un rincón, no reaccionaba hasta que comenzó la acción
Lou me besó incontables veces, de manera tierna pero desesperada. Al primer atracón, reaccioné, y volví a la realidad de mi objetivo.
¡Lo había conseguido! ¡Lou, por fin me besó! ¡Y en un baño! ¡Un baño! ¡Pero yo quiero más que eso! No quedaría satisfecha.
Al segundo atracón, yo atraqué y ataqué. Me sumé a los deseos de los dos, de dejar de lado todos los asuntos que podrían deprimirnos, para volver al ruido en silencio, la calma en agitación, la inocencia, al deseo, y del deseo a la acción pura y placentera. Quería más y no podía evitarlo, y en ese instante me convencí, de que esto no iba a terminar con solo haber conseguido un solo beso. Yo quiero repetir esto miles de veces más.
-          ¿Sabías que nunca había besado a alguien?-le dije
-          Pues, ¿qué tal tu primera vez?
-          Deliciosa.




ISA SENSEI

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