mayo 10, 2011

Eres Imposible Segunda Parte

CAPITULO SEIS

Amiga; Sangre; Meta
Caminé con Yoel varias cuadras para llegar al paradero del bus. Acordamos ir a ver a nuestros padres dentro de esta semana para hablar de todo y aclarar cosas que quizás ellos necesitan comprender. Son nuestros padres, y deben de saber lo que nos pasa, no solo lo que les contamos por teléfono o cartas, sino que también el vernos a menudo hace bien, más si estamos los dos juntos. Hace mucho que no estamos juntos cuando los vamos ver. La poca comunicación entre padres e hijos es algo fatal, al fin y al cabo, el tener su apoyo y comprensión es como tener el poder de los dioses a tu alcance. Hablar con ellos es bueno, y te dan buenos consejos, pero lo más importante de todo, es comunicarte con ellos porque sabes que ellos se preocupan de ti, y viven para tu bienestar y felicidad, y Yoel y yo, hemos sido unos descarados y malagradecidos con ellos. Muy desconsiderados y caraduras, tenemos que recompensar lo perdido y contarle toda la verdad. Y aunque Yoel no les haya contado sobre Ariel, yo lo haré y me arriesgare a los comentarios prematuros de mi madre y padre. Soy responsable en parte del abatimiento de mi hermano, y no puedo seguir escondiendo todo este remordimiento.
Al día siguiente fui a la facultad, y deje a Lou con la tarea de buscar trabajo. Le regale una copia de la llave del departamento. Ya había asumido que él viviría conmigo, por un tiempo.
Sobre los resultados de mi tarea fueron excelentes, aunque mi profesor no entendió mucho el significado de mi receta, pero le gustó mucho la combinación de sabores que hice. Almorcé en el casino y sorpresivamente me llamó Sebastián, hace semanas no hablaba con él aparte de unos correos que nos habíamos mandado. Me contó que le estaba yendo muy bien en la facultad y que estaba preparando un proyecto de empaques inteligentes y amigables con el medio ambiente. Y la mejor parte de todo, fue que el Coke le gustaba una chica de su curso. Me asombró esa noticia, y lo felicité. Quedamos de vernos el fin de semana. No le dije que Lou está viviendo conmigo. Más que nada, lo omito para proteger los intereses de él, ya que no tengo idea si quiere que el resto sepa aquello. Terminé el comienzo de semana con clases de Cocina Italiana, el taller de Nutrición que estoy haciendo no se hizo hoy por la ausencia de la profesora. Por lo cual aproveché de irme rápido y pasar a la facultad de la Natalie, a verla un instante. Y sí, le contaré sólo a ella.
-          ¡Hola amiga! ¿Cómo va la biblioteca?
-          Súper, te ves muy bien Amy, ¿Qué te hiciste? ¿conseguiste novio?
-          No me hice nada además de lo normal y no, no tengo pretendientes, pero tengo algo que quizás te deje boquiabierta.
-          ¿Una enciclopedia paranormal de veinte tomos súper costosa que siempre quise?
-          Pues, no, lo siento, no es eso.
-          ¡Rayos! Es algo aún mejor.
-          Ya no tengo esperanzas.
-          Lou está viviendo conmigo.
-          ¡¡¡Qué!!!-el silencio de la biblioteca se rompió y retumbó el grito despavorido de Natalie
-          Amiga me dejaste sorda.
-          ¡¡¡Pero qué carajo!!!
-          Natalie baja los decibeles estamos en tu amada biblioteca.
-          Tienes razón, pero me has dado una sorpresa, no sé si bienvenida ahora.
-          Perdón, pero eres a la única persona que he querido contarle esto.
-          ¿Cómo está después de tanto tiempo sin verlo?
-          Terrible, tiene depresión.
-          Que espanto, aún recuerdo perfectamente ese día que fue a hablar conmigo y a recontra retarme y putearme por la idea que te hice seguir.
-          Mm, no me esperaba esa valentía de Lou al ir a hablar contigo sobre eso.
-          Pero, ¿te digo una cosa?
-          Bueno.
-          Lou no quiere solamente un techo.
-          ¿Cómo?
-          Me refiere a sus intereses, cosas, deseos, y sobre todo intensiones.
-          ¿Y cuáles crees que son sus intensiones?
-          Lo lamento amiga, pero lo tendrás que descubrir.
-          Bueno, admito de que, Lou ha actuado muy extraño.
-          Cuéntame.
-          La primera noche que se quedo, fue a dormir conmigo y me abrazó mientras dormía, se quedó pegado conmigo durmiendo, y también, ¡se metió a la tina conmigo dentro!
-          ¡¿Cómo?! Oye esto está poniéndose mejor.
-          Nata, me dio mucha vergüenza lo de la ducha, no sabes cuánto, me dejó perpleja…
-          ¿Su cosita?
-          Eh, además de eso, no logro comprender.
-          Pues, ese es el comienzo, no lo cuestiones tanto, déjalo que actúa no más.
-          Si tú lo dices…
-          ¿Por qué se fue a vivir a tu casa?
-          Su madre murió en un accidente hace dos meses, y lo desalojaron de su casa.
-          Ups, eso cambia un poco las cosas.
-          ¿Por qué?
-          Creo que Lou está buscando algo parecido a un refugio materno.
-          ¿Refugio materno dices?
-          Creo que Lou te está viendo como una mamá.
-          ¡Pero qué tontería es esa!
-          No estoy jurando por ello, puede ser una posibilidad, fíjate bien en lo que hace Amanda, fíjate.
-          Hm, ya se está haciendo tarde, tengo que irme, gracias por tu consejo, si es que se puede llamar uno.
-          Nos estamos hablando y recuerda lo que te dije.
Las palabras de Natalie eran sabias, como ella lo es. Pero no me convencía el hecho de que Lou me viera como su segunda mamá. Antes de que ocurriera el asunto de Ariel, nosotros éramos verdaderos confidentes, parecíamos de esas relaciones de psicólogo-paciente más o menos, nos contábamos casi todo, nos teníamos mucha confianza, y jamás él me pidió regocijo materno, de ninguna manera. Yo conocí a su mamá, muy poco, pero logré apreciar una gran preocupación y dedicación hacia su hijo. Más aún el hecho de ser madre soltera de hijo único, es difícil no mimar o sobreproteger al único engendro que tienes. Siempre estuvo muy bien cuidado y regaloneado. Lo cual, igual podría ser…que al no tenerla, la buscara en otro vientre femenino que conozca, como yo. Pero no me gustaría pensar eso, porque no me gustaría saber que me quiere como una segunda madre o la hermana que nunca tuvo, sino, como su pareja.
Llegué a mi dulce morada. Y encontré manchas de sangre al lado de la puerta del baño. Horrorizada, me atreví a abrirla. Adentro se encontraba Lou con las muñecas ensangrentadas. Seguía perpleja por lo que veía, estaba llorando apoyado en la tina con toda su ropa manchada con sangre y sus muñecas cortadas.
-          ¡Lou! ¡Reacciona! ¡Háblame!
Su cuerpo parecía no tener peso, estaba débil. Tenía que cargarlo hasta mi cama, y limpiar esas heridas. Seguía sollozando, pero no me decía nada. Me dio la llamada desesperación de que pudiera perder la consciencia, entonces lo llevé a mi pecho y le saqué la polera, luego las zapatillas y el pantalón. Y por último el calzoncillo. ¡Ay!
Lo introduje a la tina y prendí la regadera. La sangre corría por la superficie blanca de la bañera y caía por el orificio que conduce a la cañería. Aún no reaccionaba, aunque notaba que lo había desnudado. Apagué la ducha y lo enrollé con una toalla. Los tajos habían parado de sangrar, pero tenía que desinfectarlas.
Unté con alcohol un trozo de algodón. Lo posé sobre sus heridas y recién expresó un sonido de dolor.
-          ¡Ah!
Las heridas no eran superficiales. O eso daba la impresión por lo que manifestaba.
-          ¡Me duele, me duele!
-          ¡¿Cómo no te va a doler?! ¿Qué estabas pensando Lou?
-          Quiero irme con ella.
-          ¿Tu mamá?
-          ¡Sí!
-          Pues tu madre no quisiera que desperdiciaras tu vida, estoy segura de que ella quiere que vivas mucho y logres tus objetivos.
-          ¡Pero yo la quiero! La necesito…porqué tenía que irse.
-          Ella no murió porque quiso, fue un accidente.
-          Malditos autos, los maldigo.
-          Cortarse no sanará el dolor, lo intensificará, y no quiero verte así.
Lo vendé y lo llevé a la cama.
-          Quiero regresar a la academia de ballet.
-          ¿Esa es tu meta?
-          ¿Qué?
-          ¿Quieres ser bailarín?
-          ¡Con todo mi ser!
-          Entonces, consíguelo, y lucha por ello.
-          Amanda…
-          Necesitas beber mucha agua ahora.
-          ¡Amy!
-          ¿Qué ocurre?
-          Me gusta estar viviendo contigo.
Lo quedé observando dejando pasar miles de pensamientos misceláneos por mi mente, en una milésima de segundo. Y le sonreí.
-          A mí también.





ISA SENSEI

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