mayo 09, 2011

Eres Imposible Primera Parte

CAPITULO SEIS

El día; Preparación; Pérdida
-          ¿Cómo es tu media naranja?
-          Primero que todo, las medias naranjas no existen, pero igual me gusta fantasear. Me gustan algo más altos que yo, con ojos claros, el pelo no importa, y que tenga estilo.
-          ¿Y lo psicológico?
-          Pues, que sean fieles y que tengan sentido del humor.
-          ¿Te gustaría que compartieran gustos en común?
-          Por supuesto.
-          Me parece.
-          ¿Has limpiado tu pieza?
-          No, mañana lo haré.
-          ¿Por qué me haces esas preguntas?
-          Para saber si Yoel te corresponde.
-          Tú sabes que Yoel es muy distinto a las cosas que te estoy diciendo.
-          ¿Qué tiene él?
-          Hm, no lo sé, algunas actitudes hizo que me gustara, ese entusiasmo, carisma, eso podría ser.
-          ¿Dónde se conocieron?
-          En un bar del centro.
-          ¿Es un bar gay?
-          Am  podría decirse que sí.
-          Estamos en confianza Lou.
-          Vamos seguido a ese bar, y se conoce gente nueva.
-          ¿Queda en el centro?
-          Sí.
-          Hm pensaba que quedaba más cerca.
-          No te aconsejo ir.
-          ¿No reciben bien a las chicas?
-          Además de eso, por los alrededores hay grupos peligrosos que pueden hasta violarte.
-          ¿Y a ustedes no les da miedo eso?
-          Esos grupos nos conocen, no nos harán nada.
-          Ah.
-          ¿Vas todos los días a ese bar peligroso?
-          No, solo los fines de semana.
-          ¿Sirven tragos?
-          Sí, pero yo suelo tomar cosas suaves, el resto no me agrada.
-          ¿Qué toma Yoel?
-          De todo, una vez se emborrachó, y quedó tendido en el suelo, no sabía cómo llevármelo a tu casa.
-          ¡Yo nunca supe eso!
-          Es que antes no te contábamos nada.
-          Bueno igual tenía mejores cosas que hacer.
Se preguntarán para qué cuestionaba a Lou. Es claro, necesito información. Y tengo fuentes concretas. Es perfecto.
El viernes será el día de la revelación, todo estaba listo y dispuesto. Ahora tenía que continuar el plan.
El paso uno era llegar al bar, aún no sé cómo.
El paso dos, encontrarlo. ¿Pero a qué hora? También tendré que pensarlo.
El paso tres, sentarse al lado de él.
El paso cuatro sacar la carnada, tiene que picarla.
Y el paso cinco, atacar.
Muy sencillo, con el plan preparado que tengo, es imposible que no pique el anzuelo.

Tengo que tener la vestimenta completa, ¿tendré que usar maquillaje?
¿Y si me delineo los ojos? ¿Pareceré más mujer si me delineo los ojos?
Tengo que ser sencilla…ya con el aro basta. O sea, sencillo.
Tengo que ser paciente, falta muy poco.

En un abrir y cerrar de ojos, llegó el viernes maldito. El día en que la inocencia se acabaría, en que la sumisión se reprimiría, la sed ya será tanta que uno querrá beber un manantial.
Todo iba a pasar, y lo que pasará debe de funcionar. Obvio.
Primero fui a casa de Piero.
-          Hola querido.
-          Buena socia, ¿supongo que estás lista?
-          Casi completamente.
-          Acuérdate que si te llegan a descubrir, yo no tendré nada que ver con esto, solo me interesa de que te veas genial.
-          Lo tomaré en cuenta.
-          ¿Pasarás por mi casa cuando regreses?
-          Tengo que hacerlo, tengo que cambiarme de ropa.
-          Ah cierto.
-          ¿Tienes toda la ropa ordenada?
-          Como siempre.
-          Déjame cambiarme.
Las prendas rozaban mi piel una por una, lo que hacía que me rozara el sentimiento de duda, culpa, y lo peor, engaño.
Pero, ¿Qué más podía hacer? Ya había comenzando algo fijo, aunque igual podía deshacerlo…
-          ¿Lista?
-          No.
-          Entrare de todos modos.
-          Ok.
-          ¿Por qué esa cara?
-          No me siento bien haciendo esto.
-          ¿Ahora dudas, después de tantas peleas?
-          Pues…
-          Solo te diré una cosa, si quieres, lucha hasta conseguirlo. Puede que no sea la mejor vía para conseguirla, pero si tú crees que funcionará, tienes que hacerlo.
-          Siempre me pregunto, porqué no me enamoré de ti.
-          Porque aún no sabes lo que es bueno.
-          ¡Hey!
-          Igual no te hubiera pescado.
-          A ya gracias, que consuelo.
-          Recuerda darle un toque masculino a tu vos, eso es muy importante. ¿Estás listo?
-          Sí.
-          ¿Sabes llegar al bar?
-          Sí.
-          ¿Sabes qué harás cuando llegues?
-          Sí.
-          ¿Sabes qué hacer cuando lo tengas en tus manos?
-          Sí.
-          ¿Qué harás?
-          Pedirle su número de teléfono.
-          ¿Tan rápido?
-          Pues, sí, de una.
-          Primero tienes que asegurarte de que él esté completamente interesado en ti.
-          Ok.
-          Ahora, ¿estás listo?
-          Totalmente.
-          Ten cuidado, quien sabe que hay por esos lados.
-          No debo sentir miedo, nos vemos.
Piero me fue a dejar al paradero. Me subí al bus y comenzó el recorrido hacia el infierno.
Veía a los árboles cobrar vida, a las personas de otros colores, espero que no me hayan drogado.
Al bajarme del bus, el paisaje no era muy acogedor, pero no era amenazante. Había muchos lugares oscuros, rincones escondidos, escondites de algún peligro. Y por supuesto, estaba el bar, y no puedo negarlo, era muy bello, muy iluminado y clásico.
He observado a mi hermano y a Lou toda la semana, y no están para nada bien. Así que, si mis conclusiones son acertadas, Lou, estará hoy solo, alojando sus melancolías en un trago.
Lo primero que tenía que hacer, era comprobarlo.
La puerta estaba bloqueada por un chico de terno, me preguntaba si tenías que dar tu identidad para entrar, espero que no sea una especie de club gay.
-          Disculpa, ¿tengo que darte algo para que me dejes entrar?
-          No, solo superviso que no entre gente peligrosa.
-          ¿Parezco peligroso?-había cambiado radicalmente del ella a él en una abrir y cerrar de ojos
-          No, pareces con buenas intensiones, ¿a quién buscas?
-          A nadie en especial.
-          ¿Eres gay?
-          Sí.
-          Ok, puedes pasar sin problemas.
El paso cero, antes del paso uno, ya estaba listo. Ahora, viene la parte de localizar a Lou…
Miraba las mesas, pero nada de él, solo sentía que las miradas del resto de los que estaban ahí recorrían mi cuerpo, me sentí acosado.
Miraba la barra, buscando una cabellera rubia, pero nada. ¿Tendrá puesto un maldito gorro?
Antes de desesperarme, pensé que si me sacaba los lentes de sol, vería mejor. Al quitármelos, las miradas que recorrían mi cuerpo, se centraron en mis ojos, me sentí peormente acosado…
Cuando me empecé a cohibir, la cabellera rubia salía de una habitación, o sea, el baño.
Recorrió el pasillo y se sentó en la barra. Como lo suponía…pero sus ojos estaban rojos, como si acabara de llorar.
Un chico que se había quedado mirándome, se paró, y era evidente que se dirigía a mí, entonces, corrí a la barra, y me senté.
El paso dos estaba completo, pero me preocupa ahora, sacarme primero al jote. Pero al voltearme, me fijé que se había ido. ¡Uf!
Seguí con el plan.
Observé a Lou, que estaba al lado, y me fijé en que estaba totalmente absorbido por sus pensamientos, miraba fijamente el vaso de agua que tenía servido, y mientras lo miraba recobra la conciencia y pide un trago fuerte y el no suele tomar nada de eso.
-          ¡Dame uno fuerte barman!

Bueno, no puedo distraerme.
-          A mí un Martini.-mientras pedía el trago, saqué de mi bolso la carnada, un libro de ballet clásico
Esperé a que me mirara…y eso fue lo que hizo.
-          ¡¿Te gusta el ballet?¡-como lo esperaba, el pez a picado
-          Muchísimo, pero no sé bailar, sólo me gusta ir a verlo.
-          Yo soy bailarín de ballet.
-          Soy Ariel.
-          Lou, ¿eres nuevo? Es que nunca te había visto por aquí
-          Sí, digamos que estoy explorando nuevos ambientes.
-          ¿Eres gay?
-          Pues, ¿Por qué crees que estoy aquí?
-          ¿Buscas a alguien con quien pasar el rato?
-          No, solo me gusta conocer gente nueva.
-          Debes de tener muchos conocidos entonces.
-          No muchos, solo los necesarios.
-          ¿Has tenido novios?
-          No nunca, ¿tú?-ahí, se quedó callado y se interno nuevamente en sus pensamientos
-          Perdón por la pregunta.
-          Estoy en una relación, pero últimamente hemos tenido problemas.
-          Pero ya pasarán.
-          Es que son serios.
-          Ah.
-          Pero no quiero pensar más en eso.
-          ¿Qué edad tienes?
-          Dieciocho, ¿y tú?
-          También.
-          ¿Vendrás otra vez?
-          Pues, si quieres, seguiré viniendo.
-          Podríamos ir a ver ballet, ¿te parece?
-          Me parece excelente.
-          ¿Andas en bici?
-          Claro, ¿Por qué?
-          Porque es mi medio de trasporte, así que, tendrás que salir conmigo en bicicleta.
-          No hay problema.
-          Dame tu número.- ¡Ay no!
-          Es que…se me rompió mi celular.
-          Bueno, te doy el mío, espero que consigas otro pronto.
-          ¿Me presentarás a tu novio?
-          No creo, no quiero que piense que ahora lo estoy engañando yo.
-          Bueno, igual no quisiera armar tríos.
-          No te preocupes por eso, él no sabrá que existes.
-          Ok.
-          ¿Puedo decirte algo?
-          Claro.
-          Me pareces muy atractivo.
-          Tu igual.
-          Jajá.
-          Bueno, tengo que irme, fue un gusto conocerte, Lou.
-          Lo mismo digo, Ariel.
-          ¿También te irás?
-          No, me quedare un poco más.
-          Bueno, entonces hasta luego.
-          Chao.
Esto es increíble. ¡Lo logré! Y ni una sospecha de que soy mujer, esto es excelente.

Después de haber logrado el plan, afuera del bar vi un grupo de travestis, que no me dieron buena espina. Traté de evitarlos a toda costa, pero uno contra cinco, es algo disparejo.
Me arrinconaron y empezaron a registrarme por si tenía algo de dinero. Pero no solo querían billetes fáciles. Me comenzaron a manosear y a lengüetear. Cuando uno de los travestis osó en levantarme la polera, entre abro los ojos y escucho unos pasos apresurados. Se dirigían hacia mí, y cuando menos lo espero, aquél sujeto emprende una paliza a mis atacantes. Al soltarme uno de los sueltos de lengua, golpeé  a dos fulanos en el entre pierna, mi especialidad.
El sujeto salvador, me tomó del brazo al instante y salimos corriendo hacia unos edificios lejanos.
Después de recorrer varias cuadras, nos escondimos en un sitio baldío.

Al abrir los ojos, pude distinguir el rostro de mi salvador. Era Tiago.
-          ¿¡Tiago!?
-          ¿¡Qué estabas haciendo en ese puto lugar!?
-          Eso no te incumbe.
-          Ya lo sé todo, no me engañas, Ariel.
-          No me digas así.
-          ¿No es así como te llamas ahora?
-          ¡Cállate! Además no tenías que salvarme.
-          ¿De qué estás hablando? Veía en primero plano como te acosaban esos travestis y no hacías nada.
-          ¡No me dieron tiempo para lanzar mis golpes! Agradezco que me hayas salvado Tiago, pero no entiendo que estás haciendo aquí.
-          Tú sabes que te sigo.
-          ¡Eres un psicópata, estás loco!-lo miré a los ojos y me volteé siguiendo mi camino
-          ¡No espera!-Tiago me agarró de la peluca, sacándomela y a su vez tiró de mi pelo, me mira y me besa sin dudar
Me separé de él.
-          ¡Qué te pasa!- lo pateé en el entre pierna y huí indignada a paso rápido.
-          ¡Eso es lo que tienes que hacer cuando te ataquen Amanda!
-          ¿¡Cómo puedes hablar después de ese golpe!?

Tiago me asusta un poco, pero admito que me salvó de un final…incierto. Si no fuera tan psicópata, podría darle una oportunidad. Tratando de ubicarme para tomar el bus de regreso, siento que me falta algo. ¡La peluca!
Al llegar a casa de Piero, me sentía asquerosa, esos travestis dejaron mis mejillas y labios con labial rojo y brillo labial, de esos pegajosos. Menos mal no llegaron a sacarme la polera.
-          ¡Piero ábreme la ventana!
-          ¡Hola socia! Te ves terrible.
-          Lo sé.
-          No me digas que…
-          Un grupo de travestis me atacaron a la salida del bar.
-          Supongo que no te violaron.
-          Por poco.
-          ¡Pero Amanda! ¿No que sabes cuidarte?
-          Todo sucedió muy rápido.
-          Anda a limpiarte será mejor.
-          Gracias.
-          ¿Dónde está la peluca?
-          Eh bueno verás…
-          Si la perdiste te mato altiro.
-          No nada de eso. Un compañero de escuela, es un psicópata, se llama Tiago y está algo obsesionado conmigo, y me sigue. Y pues, él me salvó de esos travestis.
-          ¿Te quitó la peluca?
-          Sí.
-          ¿Y él como sabe de la existencia de Ariel?
-          Tiago sabe todo sobre mí, bueno, todo lo que se ve a simple vista.
-          Ajá, lo único que me interesa ahora es que la recobres.
-          Sí, eso haré el lunes.
-          Ahora vete a asearte y después márchate.
-          ¿Tienes que terminar algún diseño?
-          Llegaste justo cuando se me había ocurrido otro diseño de una chaqueta.
-          Bueno, no te molestaré más.
Esa noche no pude pegar los ojos. Estaba sumamente nerviosa, había despertado la bestia que dormía en mi subconsciente, y además había perdido la peluca. Tenía que recuperarla a como dé lugar. 
Me tomé una pastilla para dormir y no supe más hasta la mañana siguiente.

Desperté con un día radiante. Fui a molestar a Yoel a su pieza, pero cuando abrí la puerta, vi botellas esparcidas por todo el suelo. Y Yoel pues, tirado en la cama.
-          ¿Yoel?-no respondía
-          ¿¿Yoel??-insistí
No recibí respuesta de ningún tipo, podría haber pensado que estaba muerto, pero respiraba. Estaba todo sucio, como si hubieran barrido el suelo con él. Olía a cerveza, y al juzgar por las botellas desperdigadas por el piso, se bebió más de cuatro.
No hallé otra forma de despertarlo, asique decidí verterle un poco de agua. Al regresar a su pieza con el vaso, comencé a acercar lentamente el vaso hacia él, inclinándolo poco a poco, pero de repente Yoel se despierta y rápidamente saco el vaso y lo junto con mi boca, fingiendo que bebía.
-          Hasta que por fin despiertas.
-          ¿Qué hora es?
-          ¿Eso es lo único que piensas?
-          Pues…
-          ¿No te duele la cabeza?
-          Sí, tengo caña.
-          Por eso pregunto, es obvio que tienes, es más, ¡mírate!
-          ¿Qué tengo de malo?
-          Todo Yoel, estás completamente sucio, ¿Qué hiciste?
-          No te interesa.
-          Yoel…soy tu hermana, me preocupo por ti.
-          No te preocupes tanto por mí, preocúpate más por seguir siendo la niña perfecta.
-          ¿Disculpa? Yo no soy la niña perfecta.
-          ¿Cómo que no?
-          ¿De qué cresta me hablas?
-          Es obvio que los papás te tienen fichada de niña prodigio y a mí como el desastre de la familia.
-          Yoel…
-          Tienes buenas calificaciones, siempre ayudas en la casa, tocas un instrumento, tienes amigos duraderos. Y en cambio yo, no puedo traer novias a la casa pretendiendo ser el semental de la familia, y convertirme en el orgullo del padre.
-          Estás diciendo puras idioteces, parece que tomar te afecta, mejor deja de hacerlo, si tú no quieres ayudar en la casa, es cosa tuya, si no quieres tocar un instrumento, es cosa tuya, si no quieres ser heterosexual, es cosa tuya. Y lo de las calificaciones es un extra, porque tú me has superado siempre en ese ámbito, deberías de estar contento.
-          ¿Superado? Solo te supero en inglés por unas décimas.
-          Yoel, haces cursos de idiomas como pasatiempo, yo toco el saxofón como pasatiempo.
-          Sigues siendo la melliza favorita.
-          ¿Tengo culpa de haber sido tu melliza?
-          Pues no, pero siempre has sido perfecta.
-          ¿¡Perfecta!? Yo solo hago lo que quiero y lo que soy, además, yo ni siquiera he traído un novio a la casa, jamás.
-          Tal vez sea porque nadie te quiere.
-          ¿Qué sabes tú quien está o no interesado en mí?
-          Yo también te observo cuando estamos en la escuela y veo que siempre estás con el Seba y la Naty, y nadie más, pero apareció un inadaptado que agregar a la lista, ¿o me equivoco?
-          ¿Hablas de Tiago?
-          Bueno, como se llame, parece ser un nuevo admirador, deberías de darle una oportunidad, haber si por fin dejas de ser virgen.
-          Yoel detente, estás a punto de hacerme explotar, no sabes las cosas que estás diciendo.
-          Hermana…estoy desesperado.
-          ¿Por qué Yoel?-salen de a poco lágrimas cristalinas de los ojos de Yoel, me mira, sigue y sigue llorando, en shock y en esa estupefacción, hace una arcada, y vomita en todo el suelo
Corrí a buscar algo para limpiar, mi mamá no podía ayudarme, ya que había ido con mi papá a una fiesta de trabajo, por lo cual aún no llegaban.
Yoel permanecía en el baño, vomitó nuevamente, pero nada más. Al regresar a su pieza, ya tenía limpio el suelo y me dediqué a recoger las botellas de cerveza tirada y completamente vacías.
Armé la cama, y la dejé lista para que Yoel se acostara de nuevo.
Pero me di cuenta que estaba tendido en el patio siendo acariciado por los rayos solares. Me puse a su lado, y continué con la charla.
-          ¿Te bañaste?
-          Sí.
-          Ahora hueles mejor.
-          Mm.
-          ¿Seguirás enojado conmigo?
-          No estoy enojado contigo, estoy enojado conmigo, no puedo creer que te haya tratado de esa forma.
-          Ya no importa Yoel, no me hiciste nada, déjalo pasar.
-          No puedo, soy un pésimo hermano.
-          Prefiero de que seas mejor con tu persona que conmigo.
-          ¿Quieres saber lo que pasó anoche?
-          Claro que sí.
-          Fui al bar del centro a buscar a Lou. Pero no lo encontré por ningún lado, y a la salida, estaba un grupo de travestis, yo y Lou, ya los conocemos, y siempre los evitamos, y es obvio el porqué.
-          ¿Qué te hicieron esos?
-          Me golpearon hasta cansarse, y por alguna razón, estaban deseosos de desquitarse con alguien.
-          Pero, ¿por qué acechan a la gente? ¿Qué les pasa?
-          Solo disfrutan golpeando a la gente.
-          Deja de ir por esos lados hermano, son muy peligrosos.
-          Los he evitado miles de veces, hasta ahora, solo me han dado problemas dos veces
-          Ah.
-          Disculpa por lo que te dije antes.
-          Filo.
-          Tendré que recompensarte con algo.
-          Sólo, deja de hacerle daño a Lou.
-          ¿Cómo sabes que está dolido conmigo?
-          Lou siempre habla conmigo, para que lo aconseje.
-          Pues, creo que también necesitaría consejos…
-          Puede ser.
Nos abrazamos y luego llegaron nuestros padres.

El resto del fin de semana estudié para los exámenes que se avecinaban, y continué con mi ensayo.

Siento un vacío constante, veo a la gente pasar pendientes de cosas vanas, nadie mira hacia el cielo, sólo la punta de sus pies. Todos nos miramos extrañados, como si fuéramos bichos raros, siendo que tal vez, lo seamos sin darnos cuenta. Desgraciamos la diferencia, malinterpretamos muchas cosas, juzgamos sin saber toda la verdad, condenamos a muchos inocentes. Pero no podemos culpar a nadie, porque estaríamos culpando a todos, menos a nosotros. Pocos valoran el perdón, y muchos valoran las disculpas. Es como llenar una caja con muchos lápices, de colores y diferentes texturas. Cada lápiz, representa a alguien. Y siempre están los únicos, sin tapa o que no tienen tinta, y otros simplemente son solo el tubo.
Yo me siento, como el tubo de un lápiz. Pero no tengo idea qué color de tinta puede llenarme. Será que aún no me conozco bien, o no me conozco nada. ¿Necesitamos un psicólogo para que comprenda nuestro ser? ¿No podemos comprendernos nosotros mismos? ¿No podemos comprendernos porque estamos siempre ocupados en otra cosa? Detesto a la gente que dice que no tiene tiempo. El tiempo es relativo, ¿Qué pasa si alguien se le ocurre decir que ya no existen más los segundos, los minutos y las horas? El tiempo se acaba. ¿Sería un caos? Nadie sabría la hora, sólo estaría pendiente del cielo, viendo si hay un claro celeste para el día o si aparecen la oscuridad y las estrellas para la noche. ¿Ahí estarían recién pendientes del cielo?
Nadie aprecia un cien por ciento lo que ve, ni yo, todos lamentamos algo que nos pasa, y es comprensible, porque la vida es una lucha constante, incluso con la gente que odias y tratas de evitar, pero resulta que ellos te buscan por alguna razón y tu solo quieres acabar con él de una vez por todas, pero no puedes, tienes las manos atadas, no puedes ser asesina de esa forma, no quisieras acabar con tu vida encerrada en una jaula, con condena por matar a alguien que odios. Qué estúpido. No lo haría, pero si me gustaría.
Estoy vacía como un tubo de lápiz, porque estoy harta de pensar en la naturaleza del humano, es destructivo, hambriento de  poder, egoísta y codicioso. ¿Todo pero todo por plata? ¿Joyas? ¿Palacios? ¿Para qué? ¿No saben para qué les regalan la vida? Tal vez eso sea lo que aún no comprenda. La misión aquí, en la vida, en este mundo, que llegamos por casualidad. Estoy de acuerdo en que muchos de nosotros llegamos por accidente, o la mayoría de los bebés son por accidente, muy pocas familias planean tener un hijo. Y también estoy de acuerdo y apenada en considerar que ser padres y traer descendencia, es una inversión, gastos, plata, dinero, joyas…en fin, no somos gratuitos. Y eso quita la magia de todo, pero al fin y al cabo, siempre nuestra infancia termina siempre buena al final, porque la mayoría de nuestros padres, separados, juntos, solteros, casados o con unión libre, se esfuerzan por criarnos y tal vez que sintamos que nunca nos faltó nada. Pero, ¿faltarnos qué cosa? ¿Acaso sólo necesitamos ropa, calor y alimento? Necesitamos amor, cariño y dedicación. Y muchas veces, eso le falta a muchos nuevos individuos, y por eso, se vuelven muchas veces delincuentes, asesinos, violadores, fríos, manipuladores, calculadores, encargados de hacer daño. Pero, eso hace más interesante la vida. Y puedo decir, de que soy feliz, siendo vacía, pero estoy segura, de que encontraré mi misión.
Sentía que cada vez mi ensayo cobraba vida, realmente no sé como titularlo, aún no lo termino y no  sé cuando lo terminaré, no tiene tema específico. No sé si ganaré el concurso…





ISA SENSEI


No hay comentarios:

Publicar un comentario