mayo 10, 2011

Eres Imposible Segunda Parte

CAPITULO TRES

No logro comprender; Mis deberes; Noche
Me quedé mirando bajo el dintel de la puerta. Lo veía y no lo creía. Era algo que nunca me lo esperé. Ni lo reconocí a simple vista, está algo cambiado. Partiendo por el color de su cabello. Quería acercarme y hablarle, pero aún sentía miedo, o algo que no sabría describir. Podría ser alegría por volver a verlo. ¡Tengo que decirle algo!
Di dos pasos indecisos hacia adelante, acercándome a la mesa del comedor. Seguía mirando su espalda. Me dirigí hacia el mesón de la cocina y me quedé parada cerca y atrás de él. Iba a dar la primera palabra cuando él habló.
-          ¿Te gustan las tostadas solas o con mantequilla?
-          Eh…solas.-pensé que me preguntaría algo más trascendental
-          ¿Te duele la cabeza?
-          Eh…no.
-          Bien entonces.
¡No estaba entendiendo su actitud frente a mí! O sea, no se supone que deba de tratarme a gritos pero, ¿Qué cresta hace aquí? Tenía que preguntar de una vez.
-          Disculpa Lou, pero… ¿Qué cresta haces aquí?-se volteó hacia mí, y me miró con ojos vidriosos
-          ¿Lou?-se lanzó a mis brazos y reventó en lamentos
-          ¿Por qué estás aquí con maletas?-se apartó de mí
-          Mi mamá murió en un accidente hace dos meses atrás, y como mi casa es arrendada, yo no podía pagar el arriendo, y el primer mes el dueño me lo perdonó, pero ya al segundo, me desalojó.
-          ¡¿Tú mamá murió?!
-          Sí, y no tengo dónde quedarme, y sólo pensé en esta posibilidad, ¿puedo quedarme por un tiempo en tu departamento?
-          Eh…-no sabía que decirle, se veía tan frágil y rompible en ese instante, que todas las cosas que habían pasado anteriormente habían quedado en el olvido y solo ocurría lo de ahora, y no podía negarme.
-          Por favor Amanda.- ¡Ah, qué dulce volver a escuchar mi nombre en labios de Lou!
-          Por supuesto, puedes quedarte el tiempo que quieras.
-          ¡Gracias!
Nos sentamos en la mesa. Ya eran las doce, y aún no sabía qué cocinar de almuerzo.
-          ¿Dónde voy a dormir?
-          Hay un cuarto desocupado al lado del baño, después te armo la cama.
-          No hace falta, pásame las sábanas y yo lo puedo hacer perfectamente.
-          Bueno, entonces déjame ayudarte llevando las maletas.
-          No necesitas ayudarme.
-          ¡Pero qué te pasa! Déjame ayudarte en algo.
-          Dije que no hace falta, ya me diste tu ayuda en dejar que yo me quede aquí.
-          Pero eso no es nada.
-          Deja que yo me las arregle.
-          Bueno, haz lo que quieras.
-          ¿Leíste mi carta?
-          Pensé que nunca lo preguntarías, obvio que sí, esta mañana la leí.
-          ¿Recién hoy?
-          Ajá.
-          Iré a dejar mis maletas.
Lou armó su cama a su manera, lo hizo bastante bien, pero la ropa de sus maletas no las acomodó en los cajones. Qué raro, será que no quiere.
Se dieron las diez de la noche en un santiamén.
-          Descansa, mañana te traeré el desayuno a la cama.
-          Buenas noches.
Cerré la puerta y fui a acostarme. Sin saber qué haría para mi tarea, sin entender aún porqué Lou estaba aquí, sin comprender qué es lo que quiere de mí, ¿será venganza?
Aún me odia, lo sé. Ha cambiado mucho durante el año que no nos vimos. Me sumergí en mi cama y Morfeo me pedía el último cariño del día. Molly no estaba. La busqué debajo de mi cama y en la cocina. No estaba tampoco en sus juegos.
Me volví a mi cama y pensé en dormir, total, mi gatita siempre desaparece. Apagué la lámpara. Sentí que me tocaron la puerta y me tuve que parar nuevamente, podía ser Molly tratando de abrir la puerta.
-          ¿Puedo dormir contigo?-era Lou con mi gata en sus brazos
-          Ahí estás Molly.
-          Sí, me encantan los gatos.
-          Bueno, puedes dormir conmigo, es grande la cama.
Nos acostamos y cuando comencé a dormirme, Lou se aproximó a mi cuerpo y sus manos rodearon mi cintura. No quise moverme, y nos quedamos dormidos de esa forma



ISA SENSEI

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