mayo 10, 2011

Eres Imposible Primera Parte

CAPITULO DOCE

Descubrir; Diecinueve; Seguir Adelante
Después de esa dulce velada. Fui a casa de Piero. Y aún no había llegado. Todas las ventanas estaban cerradas. No podía entrar a su casa. No me quedó otra que cambiarme la ropa y sacarme los lentes de contacto y la peluca en mi casa. Y lo tenía que hacer pronto. Sinceramente no sabía si había alguien en mi casa.
Eran las ocho y treinta, estaba atardeciendo. No quise entrar por la puerta, y me fui directo a mi ventana, que siempre la dejo con el pestillo abierto. Entré sigilosamente, sin producir el mínimo sonido. Me saqué la ropa y la peluca y lo dejé debajo de mi cama. Me envolví en mi toalla de baño. Fui a buscar vida. Pero no mi papá, mamá ni hermano habían llegado. Posiblemente mis padres estaban tomando algunas copas con los compañeros de trabajo. Y mi hermano, quien sabe.
Puedo bañarme con total tranquilidad entonces. Me lavé el cabello.
Creo que no escuché cuando Yoel llegó por estar con el secador de pelo encendido.
Entró a mi pieza a mi habitación. Buscaba algo al parecer importante. Me puse mi pijama y salí del baño a mi pieza. Encontré a Yoel registrando mis cosas. Y pensé lo peor. Estaba agachado dándome la espalda. Se paró.
-          ¿Qué buscas?
-          Mi cuaderno de matemáticas.
-          Está en la repisa, perdón por no devolvértelo, pero estaba estudiando con él.
-          No importa.
-          ¿Qué ocurre? ¿Por qué me das la espalda?
-          ¿Por qué lo hiciste?
-          ¿Cómo? No te entiendo.
Yoel se voltea y me mira con impotencia, en su mano sostenía la peluca. ¡Concha de mi madre!
-          Eh…puedo explicarlo.
-          Da igual, lo que me dirías, es lo que ya sé.
-          Yoel yo...
-          ¡Nada!
Se acerca a mí y me golpea. Hizo que me callera al suelo.
-          Si quieres dañarme con golpes, no te servirá, golpeas muy suave.
-          No me interesa dañarte con golpes, levántate, te daré la oportunidad de excusarte y tratar de salvarte, si es que puedes. ¿Por qué te disfrazas de hombre?
-          ¿De hombre? Es solo una peluca.
-          ¡No sigas con tus mentiras Amanda! Ahora entiendo porque me pareció familiar esa mano de un tal Ariel… ¡eras tú!
-          Eh…
-          Vamos, ¡Dime!
-          ¿Qué cosa?
-          ¿De quién fue la idea?
-          No te diré.
-          A ti no se te ocurren cosas de este tipo… ¿Es idea de Natalie?
-          Mm.
-          ¿Cómo se te ocurre llevar a cabo ideas de este calibre? ¡más encima de la Natalie!
-          ¿Por qué no vas a golpear a ella? Ella tuvo esa idea.
-          Pero tú la cometiste, pero, aún no entiendo. ¿Por qué lo hiciste?
-          Porque estoy enamorada de Lou.- ¡ya lo dije!
-          ¿Tú?...
-          Sí, hace mucho que estoy enamorada de él, y no soportaba la idea de poder obtener su atención jamás. Pero, la idea de la Nata, me abrió una puerta llamada posibilidades. Y no podía perder la oportunidad de intentarlo.
-          Lo que hiciste no tiene perdón Amanda.
-          ¿Crees que fui yo la culpable del término de su relación?
-         
-          ¿Te quedas callado porque sabes que tengo razón? Tú y tus cosas de conseguir unan novia falsa hicieron que Lou perdiera la confianza en ti, y sobre todo, el encanto, la atención. Se preocupó mucho por tu estado, siempre me preguntaba si seguías con esa búsqueda, y espero a que se te pasara, pero espero tanto, que dejó de preocuparse, y quiso que te dieras cuenta solo de lo estúpido que estabas siendo. Y para rematar las cosas, después de que tú terminaras con él, te ve besando a mi mejor amiga, pensé que te preocupaban sus sentimientos.
-          ¡Sí me preocupan! ¡Todo lo hice por él!
-          ¡Mentira! Si hubieras sido más valiente, más seguro de ti mismo, si no te avergonzaras por lo que eres, hubieras ido a la sala, haber presentado a Lou desde el primer día, como tu pololo, y haberles dicho a todos, soy homosexual, y no me importa lo que piense el resto. Pero no lo hiciste.
-          ¡No quería que me rechazaran!
-          ¿Rechazar? Ellos son nuestros padres, yo soy tu hermana, ¿Cómo tendríamos el descaro de rechazarte? ¡Dime!
-          Tenía miedo Amanda, soy débil, y pretendo ser fuerte y que no me importan las cosas mínimas, he intento llevar una vida normal.
-          Nadie puede llamar a su vida normal. Cuando te convenzas de lo que eres, y no te mientas a ti mismo, quiero ser la primera en saberlo.
-          ¡Porqué me haces esto Amanda!
-          ¿Decirte la verdad es algo malo? ¡Acéptalo!
-          Tú ya no eres Amanda, eres Ariel. ¡Tráeme a mi dulce hermana de vuelta! Ni tú eres verdadera, pretendes ser alguien falso y hablas de la verdad. ¡Falsa! Tarde o temprano, Lou se dará cuenta de quién eres en realidad y ahí caerás bajo, muy bajo, hasta el fondo, te hundirás como una moneda que es arrojada al pozo de la suerte.
-          Sigo siendo la Amanda de siempre Yoel.
-          No, no es cierto… ¡No te quiero volver a ver nunca!
-          ¡¡Yoel!!-salió de mi cuarto y abandonó la casa dejando su bolso tirado en el piso
Lo seguí hasta que no pude verlo. Llegué hasta la esquina y grité con todas mis fuerzas.
-          ¡¡Eres un marica!!-lloré y lloré a mares
Más tarde mis padres llegaron juntos y por más que me preguntaban el porqué estaba llorando, sólo podía responder entre sollozos
-          Es un marica.-repetía y repetía
Ordené mi pieza dejando rastro de mi pena en el suelo, ropa, cama, cuadernos, libros, lápices, manos. Tomé el bolso de Yoel y lo abrí. Adentro estaban algunos cuadernos de lo que le tocaba hoy, una revista en inglés y unas guías del curso de francés. Fui a dejarle el bolso a su pieza, cerré la puerta y me quedé ahí varios minutos.
Antes en esta habitación dormíamos juntos. Y mi pieza era utilizada por mi abuela, que falleció el año pasado. Nos dejó su antiguo departamento como herencia a Yoel y a mí. Pienso irme a aquél cuando entre a la universidad.
El cuarto de Yoel estaba ordenado y olía a perfume barato. La recorrí varias veces, porque algo me decía que era una de las últimas veces que entraría. Continuaba derramando lágrimas sin sentido, pero no podía detenerlas. Dejé su cuaderno de matemáticas en su escritorio, lo abrí y le escribí una carta.
…”si decides volver, y lees esto, espero que puedas perdonarme, y perdonarte también a ti. Te deseo lo mejor, y que nunca se te olvide lo más importante de todo…te amo con todo mi ser, seguirás siendo mi hermano mellizo por el resto de mi vida. Por favor, no hagas ninguna estupidez más”
Tu hermana Amanda.
No pude dormir bien, estaba alerta por si mi hermano llegaba o si Piero aparecía por la ventana.
Toda esta conmoción hizo olvidarme de que mañana es nuestro cumpleaños número diecinueve.
En la mañana desperté con legañas por montones, ojos hinchados y rostro irritado por el llanto. Me levanté de la cama, eran las diez en punto de la mañana, revisé la pieza de Yoel, y nada de él. ¡Por la chucha! Hermano…justo hoy…
Me senté a ver la televisión. Sentí un estallido de una corneta atrás mío. Me volteé y eran mis padres con serpentinas y cornetas en sus manos. Tenían un desayuno especial por nuestro cumpleaños. Todo sería perfecto, si Yoel estuviera. Sólo me quedaba aparentar que mi hermano aún no llegaba por alguna fiesta nocturna, y no porque escapó de mí.
-          ¿Sabes dónde está Yoel?-preguntó mi mamá
-          Debe de estar por llegar.-y seguía mintiendo
-          Bueno, ¿le compraste un regalo?
-          No, se me olvidó.
-          ¡Pero cómo puede ser!
-          Lo siento, se me olvido, ni me acordé que era nuestro cumpleaños.
-          ¿Es la presión de la escuela?-preguntó mi papá
-          Sí, muchos exámenes.
-          Bueno, en la once espero que esté, ahora abre tu regalo.-mi papá me pasó un paquete rectangular. Lo abrí, era un estuche para saxofón de color negro con mi nombre grabado en dorado
-          ¡Gracias, está precioso!
-          Qué bueno que te haya puesto contenta, no estés más triste hija.
Más tarde llegaron el Coke y la Nata. Fuimos a mi cuarto y los chicos intuían que algo andaba mal conmigo.
-          Ya dinos Amy, estás pésimo.-aseguraba Coke
-          Sí, dilo de una.-insistía Natalie
-          Am, son muchas cosas chicos.
-          Amy, cuéntanos, somos tus mejores amigos.-me dijo Nata tomándome de las manos
-          Am, Yoel descubrió que soy Ariel.
-          ¡¿Qué?!-Coke se exaltó
-          Sí, y digamos que, huyó, escapó, algo así.
-          ¿Volverá?
-          No sé, espero que sí.
-          Supongo que la conversación que tuvieron fue acalorada.
-          Súper, pero más que enojado, se indignó conmigo.
-          ¡Hay no! ¡viste que seguir mis ideas no era buena idea!
-          Jajá, ya no importa Nata, no importa.
-          Suenas como si ya te resignaras.
-          Algo así.
-          ¿Qué harás ahora Amy?
-          Nos referimos a qué harás con Lou.
-          Am…sinceramente no tengo idea, y tampoco sé con certeza si mi hermano fue donde Lou a contarle que Ariel soy yo.
-          ¿Y si lo hizo?
-          Si lo hizo…Lou llegará pronto a matarme con la mirada, porque golpearme, no lo hará.
-          ¿Y si no le cuenta?
-          Pues…
-          ¿Seguirás con el plan?
-          ¡Hay dejen de presionarme!
-          ¡¿Quieres seguir?!
-          Más o menos.
-          ¡Amanda!
-          ¿Qué tiene de malo querer terminar lo que ya empezaste?
-          Nada, pero esto es distinto.
-          ¿Distinto?
-          ¡Amanda, vamos! Ya sabes de qué mierda hablo, pretendes ser hombre cuando eres una mujer.
-          Tienes razón…estoy jodida.
-          No digas eso estúpida.
-          Pero es cierto, ahora no sé cómo terminará esto.
-          Terminará de la peor forma.
-          Amy, ¿sabes si alguna vez Yoel y Lou tuvieron sexo?-preguntó Natalie
-          ¡Pero qué pregunta!-reclamó Coke
-          Eh…pues, ¡como he de saberlo!
-          ¿Lou nunca te contó?
-          ¡Cómo va a contarme esas cosas! Son personales.
-          Amanda, ¿Qué pasará si Lou quiere tener intimidad contigo?-siguió preguntando Natalie
-          ¡Natalie ya detente con esas preguntas, me estás matando psicológicamente!-dijo Coke
-          No sé, no sé, ¡no sé!
-          ¡Ya para!
-          ¡Paren ustedes!
-          Deja de no saber que harás.
-          Haz un plan.
-          ¿Plan? Pero si ya estoy en un plan.
-          Termina esto, entre hoy y mañana.
-          ¿Qué? ¿me estás dando plazos ahora?
-          Sí, esto podría terminar peor si dura más.
-          ¿Me darán mi regalo de una vez por todas?
-          Ah claro.-Coke saca un paquete de su bolso
-          Toma.-lo comencé a abrir
Era un libro anillado. En la portada decía “Nuestra querida Amanda”. Lo hojeé, salían todas las cosas que hemos pasado juntos, los tres, con fotos.
-          ¡Qué puedo decir chicos! Es lo más maravilloso que me han regalado, se pasaron.
-          Es para que no se te olvide que no estás sola, siempre estaremos a su lado.
-          ¿A pesar de todas las estupideces que he hecho?
-          ¿Quién no comete alguna estupidez en su vida?
-          Nadie.
-          Ahí tienes.
-          Ah, también hay otra cosa en el fondo del paquete.-era un chocolate amargo
-          ¡Qué rico!
-           Guarda para cuando tengas pena.
-          Se me acabará luego entonces.
Esa noche dormí profundamente. Soñé que estaba en un pueblo solitario y nebuloso. Había cuatro casas en él. Una se llamaba “La perdición de Amanda”, la segunda “El agua derramada”, la tercera “Alter ego” y la cuarta “Pureza. No pude conocer quiénes eran los que estaban dentro de cada casa porque me desperté antes de entrar a la primera. Y quedé intrigada.
Me despertó el celular de Ariel, y quién más podía ser…obvio que era Lou.
-          ¿Aló?-entoné mi voz
-          Hola Ariel, ¿puedes juntarte hoy conmigo?
-          Eh sí, ¿sucedió algo?
-          No, solo quiero estar contigo, y pasarla tan bien como el otro día.
-          Bueno, ¿nos juntamos donde siempre?
-          Por supuesto.
-          ¿A qué hora?
-          ¿Quieres almorzar conmigo?
-          ¡Claro, buena idea!
-          Entonces a la una de la tarde donde siempre.
-          Perfecto, nos vemos.
-          Adiós amor.
¿Me dijo amor? Esto es grave, muy grave.  ¿Cómo podía evitarlo? Era inevitable, quería todo y más.
-          ¿A dónde vas hija?-preguntó mi mamá cuando estaba por salir
-          Voy a pasear.
-          Pero si aún no almuerzas.
-          Almorzaré con alguien.
-          ¿Con quién?
-          Con un  amigo.
-          Me tinca que no es el Sebastián, ¿o me equivoco?
-          Eh…
-          ¿De quién se trata Amanda?
-          Lou.
-          Ah. Oye hija.
-          ¿Sí?
-          ¿Qué está pasando que no me cuentas?
-          ¿Por qué lo dices?
-          Estás ida hace días, viajas kilómetros son mover tus piernas, ¿Qué te está pasando hija?
-          Me pasa que, estoy enamorada de un gay, y mi hermano me odia, eso es.
-          ¿Cómo? ¿Estás enamorada de Lou?
-          Sí, hace mucho tiempo, y Yoel, terminó con él.
-          Oh cielos, ¿Por qué nunca me dijiste lo que sentías?
-          Porque no pensé que era importante, ya que…es algo medio imposible, y no creí que me podrías ayudar.
-          Pero el contarme sobre tus sentimientos no significa que hay que contarlos para que uno te ayude.
-          Disculpa, pero tengo que irme.
-          ¿Sabes dónde está Yoel?
-          No, y creo que nadie quiere que lo sepa, se perdió.
-          ¡Cómo me dices eso! ¡Ustedes son mis tesoros más valiosos!
-          Lo siento mamá, pero no sé donde está.
-          Trata de encontrarlo hija, porque no quiero enterarme de que le pasó algo grave.
-          Mamá, mi hermano se sabe cuidar excelente, ya regresará, y tal vez lo haga cuando vea que no me encuentro en casa.
-          ¿Por qué dices que tu hermano te odia?
-          Porque le hice algo terrible, y es probable que cuando vuelva, les cuente todo, absolutamente todo, y yo no quiero estar aquí cuando eso suceda.
-          Amanda, querida.
Abracé a mi madre.
-          ¿Por qué llevas un bolso tan grande?-preguntó.-Supongo que no te irás de la casa también.
-          Jajá nada de eso, es ropa de la Natalie.-mentí
-          Bueno, ten cuidado, pásalo bien, no comas tonterías.
-          Si mami.
Fui a casa de Piero a cambiarme de Amanda a Ariel. Aproveché de contarle todo, mientras el pintaba unos diseños de vestidos. Me despedí de él y me dirigí a mi próximo destino, el infierno.
Almorcé un suculento plato de pasta y salsa de tomate. Conversamos mucho.
-          Mi mejor amiga estuvo de cumpleaños ayer.
-          ¿Fuiste a verla supongo?
-          No pude, estaba ocupado estudiando y en el estado que aún estoy, es imposible darle una sonrisa.
-          Que lata, ¿aún no puedes olvidar a tu ex?
-          Claro que no, estas cosas no se olvidan de un día para otro.
-          Tienes razón.
-          ¿Me ayudas a escogerle un regalo a mi amiga?
-          Con gusto, ¿Cuándo irás a verla?
-          Hoy.- ¡Mierda! ¿Qué hago?
-          ¿Tas seguro de que se encuentra en su casa?
-          La llamaré.
-          Por mientras iré al baño, espérame.
-          Okey.
Perfecto, ahora podré hablar como Amanda en el baño.
-          Hola Lou, ¿Cómo estás?
-          Muy bien, ¿Cómo lo pasaste ayer en tu cumpleaños?
-          Excelente, ¿Por qué me llamas?
-          ¿Estás en tu casa?
-          No, la Natalie me invito a quedarme en su casa por la noche.
-          Pucha, quería entregarte mi regalo de cumpleaños.
-          Entrégamelo mañana, oye querido.
-          Dime.
-          ¿Has visto a Yoel?
-          Mm no, no quiero verlo.
-          Perdón por la pregunta inapropiada.
-          No importa, ¿Por qué preguntas sobre Yoel?
-          No lo he visto hace mucho.
-          Hm, ¿te contó que estaba buscando trabajo?
-          ¡No! Nunca me lo mencionó.
-          Es probable que esté buscando alguno.
-          Bueno.
-          Entonces iré mañana a dejarte mi regalo.
-          Ok, nos vemos
Me arreglé la peluca y salí nuevamente.
-          ¿Quieres ir a un lugar divertido?
-          ¿Cuál es ese lugar?
-          Es un local de fiesta.
-          Bueno vamos, ¿queda muy lejos?
-          No, pero el entorno tiene pequeñas casas abandonadas, o algo parecido.
-          ¿Casas abandonas?
-          Bueno, una es un motel ahora.
-          ¿¡Motel!?
-          Sí, ¿te gustaría pasar de regreso?
-          Eh…
Nos fuimos al local.



ISA SENSEI

No hay comentarios:

Publicar un comentario