mayo 10, 2011

Eres Imposible Segunda Parte

CAPITULO CINCO

Manifestaciones; Conversación; Liberación
-          Hermano…
-          Necesito hablar contigo.
Por fin, una reconciliación al parecer.
-          ¿Cuándo?
-          ¿Puedes hoy a las cinco de la tarde?
-          Sí, ¿puede ser en el café Morfeo?
-          Bueno, nos vemos.
Me colgó y me invadió una gran interrogante. ¿Qué quiere hablar después de todo este tiempo?
Primero que todo, fui al mercado. Y sí. Fui con Lou, y sí, sinceramente, fue sorpresivo lo de la ducha, pero también fue estimulante. Y sí, por fin tengo la receta de lo “inesperado”. Será algo refrescante, pero estimulante a la vez. Veré que encaja con todo en el mercado.
-          ¿Quieres que lleve algún dulce?
-          Sí, sería bueno.
-          Me voy a juntar con mi hermano a las cinco.
-          ¡Qué!
-          ¿Pero porqué tan sorprendido?
-          ¿Qué quiere hablar contigo?
-          No lo sé
Lou se veía preocupado.
-          ¿Qué pasa Lou? ¿Algo te preocupa?
-          Eh no…-dudaba
-          Dímelo.
-          Me parece extraño que quiera hablar ahora contigo.
-          ¿Me quieres decir de una buena vez qué pasó durante el año que no nos vimos?
-          Pues…
-          ¡Dime de una vez por la cresta!
-          Ya, ya, no te subleves, Yoel y yo, estuvimos trabajando por tres meses en un café nocturno.
-          ¿Quieres decir un café con piernas?
-          Sí.
-          Es que no entiendo porqué escogieron un lugar de ese tipo para trabajar, ¿Yoel no estaba trabajando como mesero?
-          Lo despidieron en abril.
-          Parece que sabes mucho de lo que pasó durante ese año, quiero que me cuentes absolutamente todo lo que ocurrió.
-          Bueno, tú lo pediste.
-          Durante esos tres meses…
-          ¿Qué café con piernas era?
-          Queda en Gran Avenida, es uno gay.
-          ¡Esto es increíble! ¿Cómo saben de la existencia de todos esos locales? ¡Dios!
-          ¿Yoel nunca te contó que participaba de una comunidad gay?
-          ¿Comunidad gay? Creo que no.
-          Me imaginaba.
-          Pero una vez, pillé en su computadora, una página abierta de un chat.
-          ¿Cómo dices?
-          Un chat de cybersexo.
-          ¿Enserio?
-          Sí, y me descubrió, y me hizo prometer que no se los contaría a nuestros padres.
-          Eso no lo sabía.
-          Mejor sígueme contando.
-          En ese café, cada noche era distinta y única, y a veces no se sabía con exactitud qué pasaría al final de las cosas.
-          Déjate de rodeos, dime qué onda.
-          Hacíamos shows todas las noches, éramos los favoritos del público. Decidimos trabajar juntos para ver si la pasión que antes nos teníamos volvía. Pero no sucedió eso.
-          Pero, ¿Por qué eligieron un lugar así?
-          El dueño del bar del centro, es dueño también de este café.
-          ¿Les pidió que fueran sus animadores?
-          Algo así, y como Yoel necesitaba dinero…
-          ¿Para qué necesita dinero si nuestros padres aún lo mantienen?
-          Te equivocas, Yoel se fue a vivir con un amigo.
-          ¿Qué?
-          No me ha dicho con quién, pero no necesita dinero sólo para mantenerse, él quiere ir a estudiar a Francia.
-          ¡Francia!
-          Sí, y la cantidad que necesita para viajar, no es poca.
-          ¿Crees que me va a pedir plata?
-          No sé.
-          ¿Qué hacían exactamente?
-          ¿Cómo?
-          ¿Qué les pedían los espectadores?
-          De todo.
-          ¿Todo? Yoel hizo…
-          Los clientes pagaban mucho por tener relaciones, y Yoel pues…
-          ¡No!
-          Pero con protección eso sí.
-          Es increíble, ¿tú también lo hacías?
-          Claro que no, por eso, terminábamos peleando siempre.
-          ¿Por qué decidieron dejar de trabajar ahí?
-          La última noche que estuvimos en el café, Yoel tuvo un cliente. Muy parecido a tu creación.
-          ¿Ariel?
-          Sí, y…
-          ¡Dilo!
-          Le dio una paliza, se volvió loco, estaba fuera de sí, y lo cortó con un cuchillo en la cara.
-          ¡¡Qué mierda!!
-          Luego de eso, el dueño lo despidió, y yo también me fui porque no tenía sentido estar ahí sin él. El chico quedó herido, pero no de gravedad, iba a demandarlo, pero no lo hizo.
-          ¿Por qué no lo hizo?
-          No tengo claro.
-          ¿Cuánto dinero ganó durante esos tres meses?
-          Como un millón.
-          ¡Un millón!
-          Te dije que los clientes pagaban buenas sumas por tener relaciones con ellos.
-          Mm, ¿nada más pasó durante ese año?
-          Después de eso, nos dimos cuenta que la magia había desaparecido, no era la misma pasión que antes sentíamos al vernos, y decidimos vernos a lo lejos.
-          ¿Por qué?
-          Para que pudiéramos conocer a otro tipo de personas, ya tú sabes.
-          No, no sé.
-          Teníamos que dejar de vernos para experimentar con otros.
-          Ah, ¿sigues estudiando en la Academia?
-          Pues…la dejé porque no puedo pagarla.
-          Mientes.
-          ¿Qué?
-          Estás desinteresado, ya no quieres nada, porque perdiste a Yoel, te sientes vacío y por eso te cortas porque estas en depresión.
Lou me quedó mirando.
-          ¿Es necesario que me lo recalques?-lagrimeaba
-          Pero Lou…tranquilo, lo dije así porque tú no me lo pudiste decir, sólo eso.
-          No quería decirte que tengo depresión.
-          Yo puedo ayudarte.
-          Necesito compañía Amanda, por eso, vine a tu hogar, sabía que me recibirías.
-          Pues, yo también me siento así, vacía pero hay una diferencia, yo soy más fuerte que tú.
-          Mi debilidad me juega en contra.
-          Sí.
-          Lleva un chocolate también.
-          ¿Puedo hacerte una pregunta indebida?
-          Creo.
-          ¿Qué está pasando contigo?
-          ¿A qué te refieres?
-          Es que…tú…no, no importa.
-          ¡Pero dime!
-          No importa Lou.
-          Pero Amanda…
-          Pásame esas ostras.
-          ¿Qué harás?
-          Tengo una tarea de hacer una receta de algo “inesperado”.
-          ¿Y qué harás?
-          Un Lou.
-          ¿Lou?
-          Eres el personaje más inesperado que conozco…y eso es justo lo que necesitaba, inspiración, lo que tú me das, es eso.
-          ¿Te inspiro?
-          Mucho.
Llegamos al departamento y comencé a trabajar en mi tarea. Trataba de ver como quedaría mejor cada ingrediente. Y Lou me servía de modelo, ahí sentado en la mesa del comedor, mirándome como me rascaba la cabeza y me mordía las uñas.
-          ¿Te gusta almorzar sola?
-          Es que sólo los fines de semana almuerzo sola, el resto de los días almuerzo en la facultad.
-          Ah.
-          ¿Qué piensas hacer?
-          Buscaré un trabajo de medio tiempo.
-          Espero que no sea en esos lugares freaks.
-          Me tinca pedir trabajo en una heladería.
-          ¡Vuelve a la Academia de una vez!
-          ¡Amanda!
-          ¡Es verdad! Tu único deber aquí, es continuar tus estudios de ballet.
-          No quiero.
-          ¡¡Mientes!!
-          Mejor cállate
-          Insisto que debes de volver, yo te la pagaría.
Prendí la radio.
Ya pronto serían las cinco. Dejé mi receta lista y a Lou jugando con Molly en el departamento, y me encaminé a mi junta con mi hermano, después de un año sin verlo.
Llegué al café Morfeo y vi las mesas si aparecía algún rostro familiar. Pero no había ninguno. Entonces alguien me toca la espalda y me volteo.
-          Hola.
-          Hermano…
Su rostro tenía una expresión desolada, le faltaba algo, pero se mantenía bien entre lo que podía.
Nos sentamos y pedimos un pastel con café cortado.
-          Es bueno volver a verte.
-          No puedo decir lo mismo.
-          ¿Aún me odias?
-          No precisamente odiarte, pero aún no puedo olvidar lo de tú ya sabes qué.
-          Entonces, ¿para qué quieres hablar conmigo?
-          La mamá está embarazada.
-          ¡Enserio!
-          Tendremos un nuevo hermano.
-          ¿Cuánto lleva?
-          Dos meses.
-          Yoel…
-          Mm.
-          ¿Con quién estás viviendo?
-          ¿Cómo sabes que no vivo con los papás?
-          Conociéndote…ya dime con quién.
-          Con Piero.
-          ¡Piero!
-          Sí.
-          Leí tu carta.
-          Ya era hora.
-          ¿Por qué?
-          Porque creo que ahora puedo decirte lo que quería.
-          ¿Qué es?
-          Cuando termine mi café te lo diré.
-          Eh, bueno.
Nos quedamos callados unos minutos mirando la gente.
-          ¿En qué estás trabajando ahora?
-          En una heladería.
-          Jajá que curioso.
-          ¿Por qué?
-          No nada, olvídalo.-a veces olvido que no puedo mencionar cosas de Lou de este modo.- ¿Cómo está Lou?
-          No lo he visto en semanas, supongo que bien.
Era claro de que no sabía que se le había muerto la madre. Y lamentablemente no podía ponerlo al tanto.
-          ¿Vamos a ver los papás?
-          No creo que sea bueno para mí.
-          ¿Por qué?
-          Ellos se enojaron mucho conmigo cuando me fui de la casa sin avisar.
-          Hermano…
-          Mm.
-          ¿Por qué no me delataste?
-          ¿De qué hablas?
-          ¿Por qué no les dijiste que yo me disfrazaba de hombre para enamorar a tu ex?
Se enmudeció y sus ojos parecieron fusionarse con las últimas gotas de café.
-          Sólo no lo hice.
-          ¿No hay razones?
-          No.
-          No te creo.
Lo miraba con disconformidad y él con disimulo, bebiendo el concho del café.
-          Ya lo terminé.
-          Así veo.
-          Me siento vacío y confundido aún, todo lo que ha ocurrido después de que descubrí que tú eras Ariel, hice cosas quizás, erróneas, malas para mí, estupideces que hirieron a otros. Durante el año que no nos vimos, me tinca que estuviste enfocada en tu facultad ¿no? Yo en cambio, tuve problemas con el alcohol, el trabajo y mis estudios.
-          ¿Y qué pasó con el amor?
-          Nada, sólo lo deje de lado. La mamá me dio permiso de irme de la casa siempre y cuando me fuese para pensar y curarme. Pero una noche llegué muy borracho, y ella comenzó a regañarme por el estado en que estaba, y que ya no era ese niño dulce de antes, que había cambiado mucho a raíz de algo que no tenía idea, y yo…
-          ¿Qué pasó?
-          Tomé un cuchillo y le hice un corte en la mano. Gritó y llego el papá y me empujó lejos y me dijo que no volviera hasta que estuviera cuerdo y…-lamentándose
-          ¡Cortaste a mamá!
-          ¡Sí! Y el papá me dijo que se avergonzaba de tener un hijo perturbado y maricón.-se tapaba los ojos con las manos secándose las penas.
-          ¿Hace cuánto fue eso?
-          Hace dos meses, ya me arreglé con la mamá y me perdonó, pero nuestro padre no quiere que ponga un pie sobre la casa.
-          ¡Yoel! ¿Te das cuenta las cosas insanas que haces por el maldito trago?
-          Sí, por eso estoy haciendo lo posible de dejarlo.
-          ¿Piero te está ayudando?
-          Me ha ayudado mucho, es como el hermano que nunca tuve.
-          ¡Yoel!
-          Amanda…
-          ¿Sí?
-          Te perdono, estoy dispuesto a olvidar lo ocurrido, pero necesito tu apoyo en esto, realmente quiero parar, te he extrañado mucho Amy, no sabes cuánto, me he tratado de convencer que el odio que te tengo es más fuerte que el amor hacia ti, pero no he podido, eres mi hermana, y tenemos que aprovecharlo, estás perdonada por hacer esa estupidez.
-          Yoel…-detoné en un llanto explosivo y lleno de sosiego.
La gente del café me miraba con extrañeza por mi desintegración repentina. Amé las palabras que me dijo mi hermano. Todos estos meses lo único que deseaba era un perdón, una disculpa, lo que hice, fue una verdadera estolidez. Mi mayor anhelo se había cumplido y podía recorrer las calles con una sonrisa en alto. Ahora puedo morir feliz.
-          Gracias Yoel, era lo que más quería.
Nos fuimos del café.





ISA SENSEI

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